Sarah Mackey y Stephen Bornstein de la Newfoundland & Labrador Centre for Applied Health Research (NLCAHR), Memorial University de Canadá, han publicado un informe analizando las barreras y los facilitadores o ayudas para promocionar las actividades de deprescripción entre los profesionales sanitarios en la consulta. Este informe pertenece a la serie “Rapid Evidence Reports”, informes que proporcionan un resumen de la literatura científica reciente sobre el tema, los puntos fuertes y las lagunas y una revisión de los puntos clave de acuerdo y desacuerdo entre los investigadores.
El uso de medicamentos conlleva beneficios y riesgos para nuestra salud. Por un lado, nos permiten tratar enfermedades, aliviar los síntomas y prevenir complicaciones más graves, lo que contribuye a aumentar la supervivencia y mejorar nuestra calidad de vida. Por otro lado, la toma de medicamentos pueden exponer a los pacientes a riesgos que superan sus beneficios, por ejemplo, cuando los medicamentos ya no son necesarios para la indicación que había motivado su uso o bien por el aumento de interacciones en el paciente que está tomando múltiples medicamentos. La toma de más de 5 medicamentos, conocida como poli-medicación, es especialmente preocupante en las personas mayores, ya que se asocia a un aumento de efectos negativos para la salud como son caídas, aumento de reacciones adversas a los medicamentos, aumento de interacciones medicamentosas, mayor riesgo de hospitalización por descompensaciones metabólicas, aumento de la duración de la estancia en el hospital e incluso aumento de la mortalidad.
La deprescripción es un proceso de revisión del uso de medicamentos innecesarios o inapropiados con cada paciente, considerando suspenderlos o reducir su dosis, bien para reducir daños tras evaluar el riesgo/beneficio o bien porque resultan innecesarios para el paciente en su actual contexto clínico. Es empezar una conversación informada para la toma de decisiones compartidas, buscando el beneficio para la salud y calidad de vida de cada paciente. Lleva a adecuar el uso de fármacos para cada paciente, mejora la adherencia, reduce eventos adversos y refuerza la relación médico-paciente.
El informe ha sido desarrollado a partir del análisis, interpretación y síntesis de la literatura científica junto con informes de agencias de evaluación de tecnologías realizados por diferentes instituciones internacionales independientes. Incorpora también información de opinión de expertos en esta área. En el informe se detalla la metodología seguida y se concretan las barreras y facilitadores atendiendo a 3 perspectivas: pacientes, profesionales y el sistema de salud.
La mayoría de los resultados de esta investigación sobre las barreras y los factores que favorecen la deprescripción de medicamentos son en gran medida de carácter cualitativo y se basan en las opiniones recabadas de los pacientes y los profesionales, más que en intervenciones de efectividad probada. Aunque la información indica cierta disposición, tanto de los pacientes como de los profesionales, a apoyar la deprescripción en principio, en la práctica la deprescripción implica una compleja interacción de factores a nivel de paciente, profesional y sistema que afectan a si finalmente se procederá a la reducción o la suspensión de algunas medicaciones.
En el caso de los pacientes de edad avanzada o con múltiples patologías crónicas, la complejidad del manejo de la medicación tanto para los pacientes como para los profesionales aumenta con el número de medicamentos que se prescriben. Esta complejidad plantea problemas para la deprescripción.
Los datos analizados sugieren que las mejoras en la comunicación y coordinación entre niveles asistenciales y profesionales probablemente mejorarían la práctica de la deprescripción. Otros apoyos del sistema que ayudarían a posibilitarla son las mejoras en el software de prescripción, los registro de datos clínicos de los pacientes más precisos y el apoyo de las tecnologías de la información.
Al preparar los recursos para la deprescripción para los pacientes, se deben tener en cuenta los niveles de alfabetización y de conocimientos sobre la salud, las preferencias de los pacientes y la necesidad de presentar con claridad tanto los riesgos como los beneficios de la deprescripción.
La evidencia disponible también sugiere que recibir información sobre la deprescripción directamente de un profesional sanitario es beneficioso para los pacientes. Por lo que una conversación de los profesionales de atención primaria con sus pacientes para hablar sobre los medicamentos que están tomando, su utilidad y la necesidad de mantenerlos, es un buen comienzo para adecuar el uso y reducir eventos adversos relacionados con la medicación a través de la deprescripción. Os animamos a empezar.
Publicado por Pilar Astier-Peña
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