Salvador Peiró y Ricard Meneu acaban de publicar en la revista Atención Primaria un incisivo editorial a propósito de los despropósitos del sistema, de las posibilidades de enmendarlos y del riesgo (y los riesgos) de que esto no se haga así.
Hemos pedido a Salvador Peiró que nos conteste a unas preguntas, para intentar aclarar el impacto de la crisis económica del sistema en la seguridad del paciente en atención primaria
Sano y Salvo. Leyendo su editorial parece que la crisis puede ser una gran ayuda para mejorar la seguridad del paciente. Ustedes proponen líneas como la coordinación en la continuidad de cuidados, la mejora de la indicación de pruebas, etc. ¿Tiene potencial la seguridad del paciente como para ser un elemento importante en la respuesta a la crisis?
Salvador Peiró. Los incrementos en seguridad del paciente son críticos para mejorar la eficiencia del sistema sanitario. Pongamos, como ejemplo, los datos del Estudio APEAS. Los autores identificaron efectos adversos en 1 de cada 100 visitas a atención primaria (medicina de familia: 1,03; enfermería: 1,15; pediatría: 0,48) de los que casi la mitad (el 48,2%) estuvieron relacionados con medicamentos. Respecto a su gravedad, el APEAS clasificó el 64,3% como leves, el 30,0% como moderados y el 5,7% como graves; un 46% de los efectos adversos se consideraron evitables. Aunque el porcentaje de efectos adversos pueda parecer menor, su multiplicación por la actividad de la atención primaria del Sistema Nacional de Salud (393 millones de consultas de atención primaria en 2009: medicina de familia: 225 millones; enfermería: 133 millones; pediatría: 35 millones) cifra en torno a 4 millones el número anual de efectos adversos, de los que 1,8 millones serían evitables. Reducir el volumen de efectos adversos es un objetivo sanitario obvio, pero reducir el gasto ocasionado por la atención a estos efectos adversos es, adicionalmente, un objetivo económico esencial.
S. y S. Son cifras muy llamativas.
S. P. Sí. Los datos del APEAS suponen que un médico de atención primaria “produce” un efecto adverso cada 2-3 días de trabajo. Individualmente no son cifras especialmente llamativas, pero en el agregado de un sistema sanitario con una alta “exposición” a la atención médica, se vuelven muy preocupantes, y con un impacto presupuestario demoledor. Las cifras del APEAS, por lo demás, son consistentes con otros estudios que han valorado las visitas a los servicios de urgencias hospitalarios o los ingresos hospitalarios por problemas relacionados con medicamentos (PRM) y que cifran en torno a 300.000 los ingresos anuales debidos a PRM (unos 200.000 evitables). Estas cifras situarían los PRM como uno de los problemas de salud más importantes en nuestro país, posiblemente el mayor tras las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Quizás vale la pena recordar que España no sólo es oro en fútbol, sino plata, sólo por detrás de Estados Unidos, en consumo de medicamentos por habitante.
S. y S. ¿Reducir los problemas relacionados con medicamentos serían una de las claves de las estrategias de seguridad “anti-crisis”?
S. P. Con toda seguridad. Usualmente tiende a verse el “gasto” en medicamentos como una función entre su precio y las cantidades vendidas. Sin embargo, el gasto en medicamentos tiene dos importantes componentes añadidos: los costes del fracaso terapéutico (problemas de salud derivados de que el paciente no toma, o no toma correctamente, medicamentos adecuados a su estado) y los costes de los efectos adversos, que a veces se producen en un uso indicado y correcto de los medicamentos, pero que en casi la mitad de los casos serían evitables.
S. y S. ¿Alguna cosa más?
S. P. Quizás comentar que, a efectos de impacto presupuestario pero también, y sobre todo, desde la perspectiva de seguridad, es clave cambiar la mirada sobre los efectos adversos y pasar de verlos como tasas a los números absolutos. Si, por ejemplo, decimos que las hemorragias digestivas se sitúan en poco más de 1 caso por 10.000 habitantes y año (1 por cada 70.000 visitas), hasta parecen raras. Pero el SNS ingresa entre 50 y 60.000 casos cada año. Y es que, de alguna forma, cuando cada médico de atención primaria hace 10.000 visitas al año, la condición de “efecto adverso raro” debe relativizarse mucho.
S. y S. Pues muchas gracias Dr. Peiró por sus reflexiones. Si crisis implica oportunidad es bien cierto que estamos ante un prolongado periodo de oportunidades.
Publicado por Sano y salvo