Cuando un paciente es víctima de un daño como consecuencia de la atención que recibe, el profesional que le ha atendido resulta también impactado por lo sucedido y puede convertirse en una segunda víctima del evento adverso. En este blog hemos tratado este problema que puede tener consecuencias devastadoras, según como se maneje, para todos: pacientes, profesionales e instituciones sanitarias.
La revista Journal of Patient Safety acaba de publicar un metaanálisis sobre las estrategias de afrontamiento que utilizan las segundas víctimas para tratar de superar la situación en la que se encuentran. El conocimiento de las reacciones de las segundas víctimas a su particular situación de estrés agudo es básico para el desarrollo de programas de apoyo psicológico adecuados. Sin embargo, hasta la fecha no se había realizado un metaanálisis sobre el tipo y la frecuencia de los mecanismos de defensa adoptados por las segundas víctimas para tratar de controlar, reducir o tolerar los síntomas psicológicos y psicosomáticos que experimentan a raíz del evento adverso. Así lo señalan los autores de este estudio, cuyo objetivo es cuantificar y analizar críticamente estas estrategias de afrontamiento (en adelante EDA).
Mediante una búsqueda sistemática, hasta octubre de 2018, en nueve bases de datos electrónicas y algunas fuentes de información adicionales, se hallaron un total de 10.721 registros, preseleccionando 111 artículos de texto completo. Tras la evaluación de calidad realizada por dos revisores independientes, y la participación de un tercer revisor en caso de disenso, se seleccionaron 14 estudios que cumplían los criterios de inclusión: 1) los participantes eran profesionales sanitarios involucrados en eventos adversos o incidentes de seguridad del paciente (es decir, incidentes con daño e incidentes sin daño) y 2) se informaba sobre la frecuencia de las EDA después de un evento adverso. No se estableció ninguna restricción por género, edad, categoría profesional o ámbito asistencial.
El metaanálisis clasifica las 26 EDA identificadas en los 14 estudios incluidos en estrategias orientadas a la tarea (intentos de abordar activamente el problema, tratando de resolverlo o reducir su impacto), a la emoción (esfuerzos para lidiar con las emociones y regularlas) y a la evitación (tácticas para evitar estresores, como distraerse, evadirse, o eludir determinadas situaciones).
Los resultados sugieren que las EDA más utilizadas por las segundas víctimas son las orientadas a la tarea y a la emoción. Las cinco estrategias más frecuentes son los cambios de actitud hacia el trabajo, el seguimiento más estrecho de directrices y guías de actuación, prestar más atención a los detalles, resolver problemas y disponer de planes de acción concretos (EDA orientadas a la tarea), y criticarse a sí mismo (EDA orientadas a la emoción). En menor medida se hallaron también estrategias enfocadas a evitar los factores que causan angustia psicológica, siendo la más frecuentemente utilizada desear que la situación desaparezca. Entre las estrategias menos utilizadas están solicitar más pruebas diagnósticas (orientada a la tarea), re-evaluar la situación positivamente (orientada a la emoción) y recurrir al consumo de alcohol, drogas y/o medicamentos (orientada a la evitación).
Las EDA son mecanismos de autodefensa adoptados por las segundas víctimas que forman parte de un proceso más complejo, que afecta directamente a los profesionales y repercute indirectamente en los pacientes y en los servicios sanitarios. Para los profesionales las estrategias pueden ser adaptativas, si conducen a un mejor ajuste psicológico y reducen el estrés, o desadaptativas, si influyen negativamente en el funcionamiento emocional, cognitivo o conductual. Para los pacientes, las EDA pueden ser apropiadas cuando conducen a comportamientos profesionales proactivos beneficiosos para la alianza terapéutica, o inapropiadas si producen interacciones defensivas y emocionalmente distanciadas de los pacientes. Para el sistema de salud, las EDA son funcionales si facilitan un desempeño confiable y efectivo, y disfuncionales cuando comprometen la calidad y seguridad de la asistencia y reducen la resiliencia del sistema.
Combinando estos 3 niveles de afectación (profesionales, pacientes y sistema) con las diferentes tipologías de EDA (tarea, emoción y evitación) y su carácter adecuado o inadecuado, se obtiene una matriz de clasificación con un mínimo de 18 categorías, y tantas subcategorías como mecanismos de autoprotección se detecten para cada tipo de EDA.
Los autores concluyen que es necesario estudiar más a fondo cada una de las EDA para conocer qué efectos positivos y negativos tienen en las segundas víctimas, cuál es su impacto en la relación profesional-paciente, y de qué manera repercuten en la calidad y seguridad de la asistencia.
Además, debido a que la mayoría de los estudios no detallan el tipo, gravedad y resultado de los eventos adversos, las investigaciones futuras deberían incluir estos ítems y examinar si existen diferencias significativas, ligadas a estos factores, en las EDA adoptadas por las segundas víctimas. Del mismo modo, se necesitan más investigaciones que analicen la influencia de otras variables como género, edad, categoría profesional, ámbito de trabajo, etc., para saber cómo afectan a la vivencia y a la trayectoria de recuperación de las segundas víctimas, e incluso por qué, ante un mismo o similar evento adverso, algunas personas se ven afectadas como segundas víctimas y otras no.
Conocer e incorporar estas peculiaridades a los programas de apoyo y tratamiento, adaptar las recomendaciones para la atención a las segundas víctimas al contexto cultural y a las características de cada organización o servicio, y trabajar de forma proactiva nos permitirá diseñar e implantar protocolos efectivos para prevenir, tratar o mitigar las consecuencias de los eventos adversos y ayudar a las segundas víctimas a restablecer su situación emocional, laboral y personal lo mejor posible. Porque la gestión de los eventos adversos y la atención a las segundas víctimas no se pueden improvisar.
Más info:
Busch IM, Moretti F, Purgato M, Barbui C, Wu AW, Rimondini M. Dealing With Adverse Events: A Meta-analysis on Second Victims' Coping Strategies. J Patient Saf. 2020;16(2):e51-e60. doi:10.1097/PTS.0000000000000661
Seys D, Wu A W, Van Gerven E, Vleugels A,Euwema M, Panella M, Scott S D, Conway J, Sermeus W, Vanhaecht K. Health Care Professionals as Second Victims After Adverse Events: A Systematic Review. Evaluation & the health professions. 2013, 36(2);135-162.
S.D. Scott, L.E. Hirschinger, K.R. Cox, M. McCoig, J. Brandt, L.W. Hall. The natural history of recovery for the healthcare provider second victim after adverse patient events. BMJ Quality & Safety. 2009, 18(5);325-330.
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Publicado por Rosa Añel Rodríguez
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