Reproducimos el artículo que ha publicado Noticias semFYC
14/03/2020
El que piense, viendo lo que pasa en otros lugares y a otras personas “eso a mí no me va a pasar”, comete un error que puede resultarle mortal, incluso aunque sea joven y esté sano… e incluso aunque no se contagie el COVID-19.
Tanto desde el punto de vista de la seguridad del paciente como de la seguridad poblacional, es de una importancia crítica que se sigan las recomendaciones de las autoridades sanitarias para #FrenarLaCurva de contagios de coronavirus. Si se acumulan muchos casos súbitamente en los centros sanitarios y se supera su capacidad, será desastroso para la atención a todos los pacientes, con o sin COVID-19. Hay que hacer hincapié en que hay que lavarse las manos, quedarse en casa, no viajar y otras medidas recomendadas por la OMS y las autoridades locales.
Los pacientes con COVID-19 padecen una neumonía bilateral que, en los que evolucionan desfavorablemente, se consolida, les impide respirar y les provoca la muerte por asfixia o por fallo del corazón al luchar por bombear y oxigenar la sangre. Es por eso que los casos graves precisan ser intubados, ingresados en una Unidad de Cuidados Intensivos y ser conectados a un respirador.
El problema, como indican testimonios de los intensivistas de otros países como China e Italia, aparece cuando ingresan a la vez tantos casos críticos que las UCI no tienen capacidad para atender a todos ellos a la vez. Con todos los respiradores ocupados, e incluso convertidos los quirófanos en UCI, hay que empezar a hacer triage como en guerras y catástrofes. Al que necesita un respirador pero tiene menos posibilidades de supervivencia, se le deja sólo con oxígeno, si hay una toma o botella disponible; si no la hay, ni eso. Para los médicos no hay experiencia más desgarradora que ver a pacientes asfixiándose, sabiendo cómo tratarlos, y tener que dejarlos sin el tratamiento que podría salvar su vida. A los pacientes con menos posibilidades de supervivencia, pero no terminales, que en condiciones normales serían tratados en intensivos, se les descarta en el triage, para poder tratar a los que tiene más posibilidades de sobrevivir. Es terrible, pero hacer lo contrario y tratar a los que tienen menos posibilidades de supervivencia, a costa de no tratar a los que tienen más probabilidades, aumentaría aún más la mortalidad.
Lo mismo pasa en toda la sanidad, desde Atención Primaria hasta urgencias y todas las plantas y servicios de los hospitales:
cuando se supera su capacidad no se pueden prestar a todos los
pacientes la atención que en condiciones normales se les prestaría. Por
eso es vital frenar los contagios de coronavirus, para aplanar la curva de incidencia de manera que no se sobrepase el nivel de máxima capacidad de atención del sistema.
Hemos de tener muy claro que si la capacidad de cuidar a los enfermos críticos se supera, habrá muertes normalmente evitables no sólo de los que estén en esa situación por COVID-19, sino también los que lo estén por accidente o cualquier otra enfermedad.
Lo de “no pasa nada, esto es como una gripe y sólo afecta a ancianos y enfermos crónicos“, además de contrario al principio de “no dejar a nadie atrás” de la OMS, ha generalizado entre los que no son ni ancianos ni enfermos crónicos la falsa idea de que, aunque enfermen, no les va a pasar nada. No son conscientes de que también mueren pacientes más jóvenes y previamente sanos, y de que pasar por una UCI, aunque sobrevivas, no es precisamente una experiencia agradable. Pero menos aún son conscientes de que si tienen un accidente o enferman de otra cosa, su supervivencia dependerá de que no se haya superado la capacidad de atención de los centros por un exceso de ingresos a la vez.
La capacidad protectora de los pacientes y de aumento de la eficiencia del sistema propia de la Atención Primaria, también se resiente cuando ésta se ve desbordada, sus recursos se consumen en mayor medida de lo que pueden reponerse y sus profesionales empiezan a agotarse, enfermar o a estar en cuarentena. Lo mismo sucede a lo largo de todo el sistema sanitario.
Muchas personas, incluso entre las que convencidas de que hay que seguir las recomendaciones de las autoridades para no contagiar a otros, no son conscientes del riesgo que ellos mismo tienen de enfermar y morir, bien por el coronavirus, bien por necesitar asistencia sanitaria y no encontrarla de la calidad y seguridad habituales.
Sobrepasar el límite de atención que puede prestar el sistema implica un aumento, entre los pacientes con COVID-19
y entre los demás, de sufrimientos, secuelas y muertes normalmente
evitables. Por ello, expertos en bioética avisan de que hay que estar
preparados para cuando haya que hacer el mencionado y tan temido triage*.
Es un escenario terrible, pero desconocerlo no nos ayudará a tomar
mejores decisiones, ni personal ni colectivamente.
La mayoría de la población está respondiendo de una manera ejemplar a esta crisis. Pero cuando hay personas con responsabilidades colectivas o a título individual que incurren en conductas que ponen en riesgo a todos, hay que hablar claro. Sin alarmismos, pero mostrando cuáles son los riesgos y su magnitud.
La ansiedad dificulta valorar las situaciones y discernir qué actuaciones son las más adecuadas en cada momento. Para no tener el juicio nublado por el miedo, los rumores o los bulos, la OMS recomienda buscar información práctica en fuentes fiables, consultar las páginas de instituciones como la propia OMS o las autoridades locales para conocer los hechos, y limitar a una o dos veces al día la actualización de la información sobre el coronavirus.
En fin, que no se trata sólo de no contagiarse, que también, sino de no hacerlo todos a la vez y sobrepasar la capacidad de atención del sistema que, por mucho que se esfuercen los profesionales, tiene un límite. Incluso si al final hubiera el mismo número de afectados, es vital que su aparición sea lo más prolongada en el tiempo posible, para poder tratar a todos con un razonable nivel de calidad.
Para no llegar a una escalada desastrosa de la epidemia, profesionales, autoridades y ciudadanos hemos de transmitir mensajes con estos conceptos:
No te contagies el coronavirus: te puede ir la vida en ello, incluso aunque no te afecte más que una gripe. Se lo transmitirás a otras personas y se comprometerá la capacidad del sistema sanitario para atender a todos los pacientes, con cualquier patología.
Y eso puede ser decisivo también para ti si te han de atender por un
accidente, una apendicitis, un infarto o cualquier otra enfermedad.
Es una pandemia, un problema colectivo, no es solo un problema de salud individual. Hemos de salir de esta mediante el esfuerzo colectivo, aunando fuerzas, cooperando, cuidándonos personalmente y cuidándonos unos a otros.
GdT en Seguridad del Paciente de la semFYC [+]
* Wynia MK, Hick JL. If Covid-19 gets bad, triage will be needed. Are we ready for that?. STAT; 10 de marzo de 2020. Accesible en https://www.statnews.com/2020/03/10/covid-19-gets-bad-are-we-prepared-for-triage/
Gracias a @microBIOblog por el gráfico de base, al que se ha cambiado la leyenda para ilustrar el texto que acompaña, sin variar el sentido de la campaña por #FrenarLaCurva
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