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El pasado 25 de marzo, la Comisión de Salud Pública del
Consejo Interterritorial aprobó el documento de Recomendaciones para abordarla fragilidad en situación de crisis sanitaria producida por la COVID-19, que
supone una adaptación de la primera propuesta de 2014 y muestra las acciones
que deberían llevarse a cabo.
La pandemia de COVID-19 ha provocado un evidente deterioro
funcional en las personas mayores. La situación de confinamiento, el cierre de
los espacios destinados a actividades para mayores y la limitación de la
accesibilidad a los servicios sanitarios han podido influir en esta pérdida de
funcionalidad.
La fragilidad es un estado previo a la discapacidad y tiene
una mayor prevalencia con la edad. Esta fragilidad se puede prevenir,
identificar y revertir.
El objetivo del documento de recomendaciones es facilitar la
detección precoz de la fragilidad, así como su abordaje en las personas
mayores durante la situación de pandemia por la COVID-19. El documento destaca
las actividades de detección mediante el cribado en atención primaria como
elemento clave de la intervención, del que derivarán el resto de las acciones.
La mayor esperanza de vida alcanzada en nuestra sociedad en
los últimos años ha ido pareja a un aumento de enfermedades crónicas, fragilidad, discapacidad y dependencia.
Nuestro país ha alcanzado una de las esperanzas de vida más
alta del mundo, que en 2018 se situaba por encima de los 83 años (86,08 en mujeres
y 80,43 en hombres), pero con una cifra de años de vida saludable al nacer en
2018 de 79,2 (76,9 en hombres y 81,5 en mujeres), aspecto este último en el que otros países de
nuestro entorno nos aventajan. Por ello, el reto es fomentar el mantenimiento de
la capacidad funcional, limitando la aparición de discapacidad y dependencia,
actuando en los factores que son modificables y, por tanto, sujetos a
intervención, como la fragilidad.
Con datos de 2019, en España 9.057.193 personas (56,8%
mujeres) tenían 65 años y más, representando el 19,3% de la población,
estimándose que en 2033 llegará al 25,2% y en 2066 al 34,6%. Así mismo, de
mantener esa tendencia, la tasa de dependencia (cociente, en tanto por ciento,
entre población menor de 16 años o mayor de 64 y la población de 16 a 64 años)
se elevaría desde el 54,2% actual hasta el 62,4% en 2033.
Las personas mayores y con patologías crónicas previas, como enfermedades cardiovasculares, hipertensión arterial, enfermedad pulmonar obstructiva crónica o diabetes, son especialmente susceptibles a padecer formas más graves y letales de COVID-19. La soledad o el aislamiento en el que se encuentran algunas personas mayores, la falta de respuesta adecuada de los sistemas de atención sanitaria y social durante la pandemia, así como otros determinantes sociales de la salud como el nivel socioeconómico, país de origen, lugar de residencia, etnia, género, diversidad funcional, etc., pueden contribuir a aumentar esta susceptibilidad.
Este patrón de morbimortalidad ha tenido un especial impacto
en las residencias de personas mayores donde el “sobreenvejecimiento” de esta
población supone una mayor probabilidad de encontrar en ellas personas más
frágiles y con una disminución de su capacidad intrínseca y patologías crónicas
asociadas a la edad, además de otros condicionantes como es la convivencia en
un medio cerrado.
Es fundamental comprender el envejecimiento como una etapa
más de la vida, contrarrestar los conceptos negativos y estereotipados sobre las
personas mayores con el reconocimiento de la diversidad en los ancianos y fomentar
su participación informada en la toma de decisiones. La capacidad física y
mental de una persona no viene determinada por una edad cronológica sino por su
capacidad funcional.
La fragilidad se define como un deterioro progresivo de los sistemas fisiológicos, relacionado con la edad, que provoca una disminución de las reservas de la capacidad intrínseca, lo que confiere una mayor vulnerabilidad a los factores de estrés y aumenta el riesgo de una serie de resultados sanitarios adversos. Cada vez es más claro el hecho de que, en la población mayor, es el mejor predictor de eventos adversos y discapacidad, independientemente que otros parámetros como la comorbilidad o la multimorbilidad.
Pero lo realmente relevante a efectos de salud pública
respecto a la fragilidad es que se puede prevenir, identificar y revertir. Esta
circunstancia es especialmente relevante durante la situación actual de
pandemia, ya que la fragilidad puede ser un factor de riesgo más para la
COVID-19 y, a su vez, esta puede desencadenar fragilidad.
El documento de recomendaciones que reseñamos nos propone implementar
medidas encaminadas a detectar:
·
Condiciones de fragilidad agravadas o derivadas de la situación de
inactividad por confinamiento o restricciones de actividades y la falta de detección
precoz, seguimiento y atención de las enfermedades crónicas y la fragilidad,
especialmente en residencias de personas mayores o centros socio-sanitarios.
·
Cambios en la situación funcional de las personas, cuya monitorización y
detección se ve dificultada por la importante limitación de la atención presencial en atención primaria.
Así mismo se propone fomentar entornos que apoyen y
mantengan la capacidad funcional, facilitando la realización de actividad
física como principal medida para la prevención y abordaje de la fragilidad. A la
vez que se tienen en cuenta las medidas de prevención frente a la COVID-19.
Los puntos clave para la detección precoz de la
fragilidad son:
1. En las personas mayores de 70
años asignadas a cada cupo procurar la búsqueda activa y la evaluación
oportunista de fragilidad cuando se consulta por otro motivo, especialmente en atención primaria, pero también en otros contactos asistenciales (hospital,
residencias, etc.).
2. La evaluación de fragilidad
debe ser parte de la evaluación centrada en la persona, con un enfoque dirigido
a adecuar la atención en función de la situación basal del paciente y optimizar
los recursos de la manera más adecuada para mejorar o mantener la capacidad
funcional.
3. La identificación de fragilidad debe estar destinada a la orientación de
las decisiones terapéuticas centradas en la persona, a la toma de decisiones
clínicas y a la realización de intervenciones dirigidas a su prevención o
abordaje.
4. Es fundamental la capacitación
de los profesionales sanitarios en la valoración y abordaje de fragilidad.
Esta detección precoz se puede llevar a cabo en los centros
de atención primaria, mediante consultas presenciales cuando sean posibles o
utilizando el teléfono y otras tecnologías si la presencia de la persona no es
posible o recomendable. También se puede detectar precozmente la fragilidad
desde otros dispositivos comunitarios, estableciendo la adecuada coordinación
con el sistema sanitario.
Disponemos de herramientas para poder detectar la
fragilidad como la Short Physical Performance Battery (SPPB), el test
“levántate y anda cronometrado” (TUG) y la prueba de velocidad de la marcha
sobre 4 metros. Estas pruebas permiten determinar si las personas son “no frágiles”
o “frágiles”, y son las recomendadas cuando se pueda llevar a cabo una
valoración de manera presencial por personal sanitario.
Cuando no sea posible realizar la evaluación de manera
presencial, se pueden valorar otras herramientas que permitan una valoración no
presencial como el cuestionario FRAIL o plantear la realización de pruebas de
ejecución a través de una llamada telefónica o videoconferencia con la
colaboración de un familiar o persona cuidadora previamente entrenada mediante,
por ejemplo, videos explicativos. También se puede realizar la evaluación de
las Actividades Instrumentales de la Vida Diaria (AIVD).
Las personas clasificadas como frágiles deberían tener una
valoración geriátrica integral de forma presencial y elaborar un plan de cuidados
personalizado para cada persona.
A las personas mayores, en especial las identificadas como “no frágiles”, como intervención para mantener y mejorar la capacidad funcional, se les ofrecerá consejo sobre estilos de vida saludable. Este consejo debe incluir la realización de actividad física dentro de las actividades de la vida diaria y ejercicio físico en el domicilio. Otras recomendaciones al respecto (alimentación, prevención del consumo de tabaco o alcohol) se pueden consultar en la web estilos de vida saludable.
A las personas clasificadas como “frágiles” se les
prescribirá un programa de ejercicio físico multi-componente
(resistencia aeróbica, flexibilidad, equilibrio y fuerza muscular). Además de
recibir el consejo general de alimentación saludable, se debe realizar una
evaluación nutricional mediante la Mini Evaluación Nutricional (MNA), seguida de
consejos sobre un plan de nutrición adecuado.
Las personas frágiles deben tener un seguimiento de su
morbimortalidad y polimedicación, además de evaluarse su bienestar emocional.
Otras de las intervenciones que deben llevarse a cabo en
todas las personas mayores, es la valoración del riesgo de caídas en el hogar y la revisión del estado vacunal.
Todas estas intervenciones deben ayudar a potenciar la
capacidad de autocuidado de las personas, que puede apoyarse mediante llamadas
telefónicas de seguimiento.
El documento de recomendaciones para abordar la fragilidad en
situación de crisis sanitaria generada por la COVID-19, aborda también
intervenciones en otros entornos específicos como el domicilio, el entorno
local, los centros sociosanitarios o el hospital.
Hemos convertido a formato de imagen, para facilitar su uso en redes sociales y entornos digitales, el archivo imprimible con la infografía que resume las recomendaciones. Este archivo en formato pdf, dirigido a los profesionales sanitarios, puede descargarse en este enlace.
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Junto a la infografía para profesionales se ofrece otra para los decisores políticos, algo usual en organismos federales y supranacionales, como la OMS, pero todavía una novedad en España, donde los organismos que generan recomendaciones sobre asuntos de salud han considerado habitualmente que la implementación es cosa exclusivamente de los profesionales, sin más responsabilidad por parte de las autoridades que las de emitirlas.
Hemos convertido también a formato de imagen la infografía de recomendaciones para decisores, que puede descargarse aquí en formato pdf.
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Estas, como todas las modificaciones de las actuaciones de atención a la salud, deben de ir acompañadas de la organización y los recursos que permitan llevarlas adelante en el mundo real, para que no se queden solo en el papel.
Como en todas la actividades preventivas, habrá que evaluar en estas su eficacia y su balance entre costes, beneficios y riesgos. No podemos presuponer sin más que toda actividad preventiva es globalmente beneficiosa. De hecho, muchas de las actividades preventivas ampliamente implementadas en todo el mundo en las últimas décadas han resultado ser ineficaces o perjudiciales. En cualquier caso, son actividades que consumen recursos, incluido uno de los más escasos en la atención primaria de España: el tiempo de los profesionales.Enfermeras y médicos de atención primaria ya realizan, integrada en su actividad habitual, la detección y la atención a las personas mayores frágiles, si bien tanto esta como otras actividades han sufrido de la irrupción de una enorme carga de trabajo añadido por la pandemia. Todos los cambios o aumentos de actividad han de garantizar que con ellos no se sobrecargue aún más a los profesionales y se mejoren los resultados de la atención primaria, globalmente y en los ancianos más vulnerables.
La pandemia de COVID-19 ha puesto en evidencia, desgraciadamente incluso en portada de los medios de difusión con noticias luctuosas, la necesidad de mejorar la atención a los ancianos en situación de fragilidad. Sea bienvenida esta iniciativa institucional para avanzar en la protección a este segmento vulnerable de la población, tan castigado por la COVID-19, por otros problemas de salud y por la inequidad.
Publicado por Juan José Jurado Balbuena
Cómo citar esta entrada:
Jurado Balbuena JJ. La fragilidad de las personas mayores y cómo abordarla en la pandemia: documento de consenso e infografías de la Comisión de Salud Pública del Consejo Interterritorial. [Internet]. Sano y Salvo. Blog de seguridad del paciente en atención primaria. [6 abr 2021; consultado 6 abr 2021]. Disponible en: https://sano-y-salvo.blogspot.com/2021/04/la-fragilidad-de-las-personas-mayores-y.html
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