La actualidad en Seguridad del Paciente en un clic: últimos tuits de @sanoysalvoblog

Artículos, noticias y otros contenidos relacionados con la Seguridad del Paciente en general y especialmente en Atención Primaria, publicados en nuestra cuenta de Twitter @sanoysalvoblog*

*El equipo que mantiene @sanoysalvoblog está compuesto por Cecilia Calvo Pita @cecilicp y Jesús Palacio Lapuente @je_pala.



 Realiza la publicación de estas selecciones Txema Coll Benejam @txemacoll  


Menos es más, ahora más que nunca

Ahora que se ha superado la fase crítica inicial de la pandemia de COVID-19, desde diferentes foros se ha iniciado un ejercicio de reflexión sobre cómo se ha afrontado la pandemia y cuáles serían las actuaciones necesarias para prepararse frente a un rebrote o simplemente manejar una situación de convivencia con el virus.
Antes de la pandemia teníamos que ser cautos al hablar acerca de cómo la cultura de seguridad del paciente ha impregnado la práctica diaria de los profesionales sanitarios, donde los problemas de sobrediagnóstico y sobretratamiento son cotidianos, la iatrogenia no es percibida como un problema y en la que las estrategias del tipo No Hacer presentan una escasa adherencia. La explosión de esta crisis no solo ha puesto en evidencia carencias, sino que, en algunos casos, ha trastocado la forma de proceder poniendo en riesgo la seguridad de pacientes y profesionales.   
Recientemente el BMJ Quality & Safety ha publicado un artículo de opinión titulado “Menos es más, ahora más que nunca” en el que las autoras hacen una reflexión sobre los mecanismos de toma de decisiones durante la pandemia, las circunstancias acompañantes, las consecuencias y la necesidad de reducir tanto el uso excesivo de recursos como el daño en los pacientes, especialmente en estos momentos.
El conocimiento sobre el SARS-CoV-2 y la COVID-19, respecto a los factores pronósticos de la enfermedad así como a la efectividad de los tratamientos, todavía es muy limitado. Son varios los tratamientos cuya efectividad se está investigando, pero aún no se dispone de suficientes pruebas para que se administren de forma generalizada.
Desde el inicio de la pandemia la comunidad científica se ha centrado en desarrollar evidencia acerca de cómo tratar a los pacientes con COVID-19. Cuando las prácticas se adoptan sin una evaluación científica más allá de la evidencia relativa a series de casos, cuando se soslaya el razonamiento clínico y la medicina basada en la evidencia o cuando se abandona el método científico debido a la urgencia de la pandemia, se pueden provocar daños importantes a los pacientes.
Las situaciones vividas, la presión de los pacientes y sus familiares, de los compañeros y de los médicos que desean 'hacer algo', favorecen que se adopten prácticas de forma prematura que en circunstancias normales no se incorporarían a la práctica clínica. Esta prisa por administrar tratamientos cuya eficacia no están probada para ese uso y que se encuentran fuera de ficha técnica puede explicarse en parte por sesgos cognitivos como el de la 'ilusión terapéutica'. Esto ocasiona que los médicos sobreestimen el beneficio de los tratamientos y se acentúa por el hecho de que muchos pacientes son profesionales sanitarios, lo que nubla aún más el juicio clínico con emociones de miedo, impotencia y ansiedad.
La necesidad de 'hacer algo' en el cuidado de pacientes con COVID-19 explica estos sesgos cognitivos, pero entra en conflicto con la necesidad urgente de medidas conservadoras. Hacer menos en el tratamiento de la COVID-19 primero protege de daños a los médicos y a los pacientes, y también preserva los recursos limitados de la asistencia sanitaria y apoya métodos de investigación rigurosos.
Repetir las pruebas de laboratorio o imagen en pacientes no críticos y clínicamente estables con COVID-19 desperdicia recursos, no aporta valor, puede dañar a los pacientes y expone innecesariamente a los profesionales sanitarios a una posible infección. A pesar de ello, parece ser una práctica clínica común en muchos lugares con un impacto cuestionable en el manejo de los pacientes y que supone un incremento en la utilización de recursos de protección, que generalmente son escasos.
Choosing Wisely publicó una lista de recomendaciones internacionales específicas para la COVID-19 contra el uso de tratamientos no probados y no basados en la evidencia, ya que esto puede causar daño y desperdiciar recursos limitados. Cada día hay nuevos informes, especulaciones de líderes políticos en relación con posibles tratamientos y evidencia contradictoria sobre tratamientos fuera de ficha técnica para la COVID-19, como la anticoagulación sin enfermedad trombótica demostrada, la cloroquina, la hidroxicloroquina, la azitromicina, el zinc y el remdesivir. Algunas de estas cuestiones se explican razonablemente por el miedo a que no hacer nada represente un daño mayor que la adopción de cualquier terapia prometedora, incluso aquellas que no están probadas. Sin embargo, la historia nos ha demostrado que este enfoque no basado en la evidencia, además de ser ineficaz, puede dañar a los pacientes más susceptibles a los efectos adversos. Incluso si las ganancias potenciales superan los daños conocidos, la adopción de tratamientos no probados conlleva un impacto social posterior y más amplio. Esto se ha visto en la escasez de hidroxicloroquina y cloroquina debido al uso excesivo y a que los pacientes las almacenan por temor a la escasez. Los pacientes que toman de forma regular estos medicamentos para el lupus pueden estar en riesgo de presentar un control inadecuado de su enfermedad si no están disponibles.
La situación de urgencia ha contribuido a la adopción de actitudes orientadas al enfoque de “haz ahora, estudia más tarde”. La presión favorece la implantación de ideas no probadas que se han hecho populares debido a la amplificación por los medios y las redes sociales de resultados positivos, como lo sucedido en relación con la utilización de plasma de convalecientes en una serie de cinco casos. Es importante destacar que la seguridad y la eficacia de dichos enfoques fuera de un ensayo clínico son limitadas. 
Según las previsiones de expertos, a corto plazo el nuevo virus permanecerá en nuestro medio. Ante esta circunstancia, es necesario cambiar el enfoque respecto a incorporar a la práctica clínica tratamientos no probados y derrochadores. Las campañas de Choosing Wisely han influido en la práctica médica y la conciencia pública sobre el uso excesivo de recursos. La pandemia de COVID-19 presenta desafíos de un gran volumen de pacientes, incertidumbre clínica y presión pública, junto con una plantilla de profesionales sanitarios reducida. En la situación de 'nueva normalidad' de recursos sanitarios limitados, menos es más, ahora más que nunca.

Nota complementaria:
Difundida tras la publicación del artículo que hemos reseñado, nos hacemos eco de la nota de la FDA del 15 de junio de 2020 referente a la revocación de la autorización de uso de emergencia de la cloroquina y la hidroxicloroquina, al determinar, en base a la evidencia disponible, que es improbable que sean efectivas en el tratamiento de la COVID-19. Además, en vista de los eventos adversos cardíacos graves y otros posibles efectos secundarios graves, los beneficios conocidos y potenciales de la cloroquina y la hidroxicloroquina ya no superan los riesgos conocidos y posibles para el uso autorizado.
En esta nota se enfatiza que las acciones de la FDA son guiadas por el conocimiento científico y el equilibrio de riesgos frente a beneficios de los tratamientos para COVID-19. La FDA tiene la responsabilidad de revisar periódicamente la idoneidad de una autorización de uso de emergencia. Los resultados recientes de un gran ensayo clínico aleatorizado en pacientes hospitalizados, una población similar a la población para la cual se autorizó el uso de emergencia de cloroquina e hidroxicloroquina, demostró que la hidroxicloroquina no mostró ningún beneficio en la mortalidad o en acelerar la recuperación. Este resultado fue consistente con los obtenidos en otros estudios, concluyendo que la totalidad de la evidencia científica actualmente disponible indica una falta de beneficio.

Soong C, Born KB, Levinson W. Less is more, now more than ever. BMJ Qual Saf 2020;0:1–3. doi:10.1136/bmjqs-2020-011444

Publicado por José Ángel Maderuelo e Irene AiLing García Yu 


Propuestas de SECA para facilitar la recuperación de nuestro Sistema de Salud tras la pandemia por el coronavirus SARS-CoV-2 y para prepararlo para un nuevo rebrote. Medidas para garantizar la calidad de la atención y la seguridad de los pacientes y los profesionales en tiempos de COVID-19


La Sociedad Española de Calidad Asistencial (SECA) acaba de publicar estas propuestas, resultado de una reflexión participativa sobre lo que hemos aprendido, lo que debería ocurrir ahora para ofrecer calidad y seguridad a pacientes en el proceso de recuperación del Sistema de Salud y los elementos que deben tenerse en cuenta para anticiparnos a un posible rebrote y futuras epidemias. 
Para llegar a estas recomendaciones SECA ha realizado un estudio cualitativo de búsqueda de consenso con participación de representantes de todos los grupos de interés (pacientes, directivos, profesionales de diferentes estamentos y especialidades, académicos e investigadores). El equipo de trabajo estableció áreas a explorar: desde lecciones aprendidas (a nivel organizacional, en las dinámicas trabajo, procedimientos, etc. para lograr una óptima calidad asistencial en un entorno seguro) hasta la gestión de las nuevas necesidades asistenciales de los pacientes COVID-19, cómo reenfocar las plantillas, fortalecer la resiliencia de los profesionales, el nuevo rol del paciente o la gestión de riesgos y planes de contingencia ante rebrotes o futuras epidemias. 
Las propuestas de SECA se han agrupado en dos grandes bloques:
1.- Medidas para asegurar la calidad asistencial y la seguridad del paciente en la recuperación de nuestro Sistema de Salud tras la Pandemia por el SARS-CoV-2. 
En este bloque se proponen acciones de mejora agrupadas en las siguientes dimensiones de la calidad:
  • Equidad: disponer de códigos éticos que garanticen la equidad, un sistema de consulta para los profesionales en cuestiones de bioética. Definir el modelo de atención en Centros Sociosanitarios y los circuitos de interrelación con las estructuras y equipos de provisión de Servicios Sanitarios.
  • Accesibilidad: garantizar la accesibilidad a la asistencia sanitaria, reforzando los canales alternativos para la cita y los modelos de atención presencial y no presencial, estableciendo circuitos COVID-19 y No COVID-19 y circuitos especiales para personas mayores u otros grupos de pacientes vulnerables. 
  • Efectividad y eficiencia: liderazgo, adecuación de la información, comunicación bidireccional (primaria/hospital); establecer criterios de calidad de la atención a pacientes COVID-19 y para la atención a través de la telemedicina, impulso de la estrategia “Right Care”, formación de pacientes y cuidadores en autocuidados adecuados al momento que vivimos.
  • Seguridad: análisis de fallos y errores retrospectivo, elaboración de mapas de riesgo, seguir trabajando en el uso seguro de medicamentos, higiene de manos, prevención y control de Infección asociada a la atención sanitaria, uso adecuado y formación en EPIs, uso adecuado de mascarilla por ciudadanos/pacientes, revisar los procedimientos de gestión de residuos, identificación de nuevos dispositivos y herramientas e-salud, uso seguro de equipamientos diagnósticos/terapéuticos, etc.
  • Experiencia del paciente: mecanismos de coordinación para garantizar la información que necesitan los pacientes, evaluación del impacto de los nuevos circuitos asistenciales, identificación de soportes de información asistencial relevante alternativos, programas de atención integral a pacientes vulnerables, acompañamiento, participación del paciente y alternativas de interacción de la familia con pacientes ingresados.
  • Moral laboral de los profesionales de la salud: programas de ayuda psicológica, vigilancia de la salud, protección de sus familias, análisis retrospectivo de la gestión de la pandemia, identificación del daño moral que sufren los profesionales, procedimientos de acogida, carrera profesional y gestión de necesidades emocionales de profesionales en formación.
2.- Medidas a establecer en el periodo interpandémico y que deberán recogerse en un plan de contingencia para garantizar la calidad y la seguridad de la atención en un rebrote. En este bloque se incluyen elementos clave a considerar como:
  • Elaborar un plan de contingencia integral a nivel nacional y autonómico con sus correspondientes indicadores de seguimiento
  • La constitución de una Comisión Técnica Asesora liderada por Salud Pública y formada por expertos de las diferentes disciplinas
  • La coordinación entre administraciones, con los agentes sociales, económicos y las Fuerzas de Seguridad
  • La necesidad de disponer de un marco ético y jurídico de apoyo
  • Promover la investigación y la producción propia de material sanitario para garantizar el aprovisionamiento
  • La gestión de la información
  • El papel crítico de la Salud Pública
  • La necesidad de seguimiento de la pandemia y postpandemia con indicadores clínicos, epidemiológicos y de uso de recursos
  • La necesidad de garantizar la continuidad en la atención y tratamiento de patologías tiempo dependientes
  • La capacidad de respuesta de los servicios de apoyo
  • La gestión de fármacos, de laboratorios
  • La formación de los profesionales…
Entre otras propuestas que podéis consultar en el documento.


Publicado por  Mª Dolores Martín Rodríguez y Montserrat Gens Barberà


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Estrategias de afrontamiento adoptadas por las segundas víctimas para sobreponerse a las consecuencias de los eventos adversos. Metanálisis sobre cómo tratan de superar los profesionales el impacto que les produce que un paciente al que han atendido sufra un evento adverso

Cuando un paciente es víctima de un daño como consecuencia de la atención que recibe, el profesional que le ha atendido resulta también impactado por lo sucedido y puede convertirse en una segunda víctima del evento adverso. En este blog hemos tratado este problema que puede tener consecuencias devastadoras, según como se maneje, para todos: pacientes, profesionales e instituciones sanitarias.
La revista Journal of Patient Safety acaba de publicar un metaanálisis sobre las estrategias de afrontamiento que utilizan las segundas víctimas para tratar de superar la situación en la que se encuentran. El conocimiento de las reacciones de las segundas víctimas a su particular situación de estrés agudo es básico para el desarrollo de programas de apoyo psicológico adecuados. Sin embargo, hasta la fecha no se había realizado un metaanálisis sobre el tipo y la frecuencia de los mecanismos de defensa adoptados por las segundas víctimas para tratar de controlar, reducir o tolerar los síntomas psicológicos y psicosomáticos que experimentan a raíz del evento adverso. Así lo señalan los autores de este estudio, cuyo objetivo es cuantificar y analizar críticamente estas estrategias de afrontamiento (en adelante EDA).
Mediante una búsqueda sistemática, hasta octubre de 2018, en nueve bases de datos electrónicas y algunas fuentes de información adicionales, se hallaron un total de 10.721 registros, preseleccionando 111 artículos de texto completo. Tras la evaluación de calidad realizada por dos revisores independientes, y la participación de un tercer revisor en caso de disenso, se seleccionaron 14 estudios que cumplían los criterios de inclusión: 1) los participantes eran profesionales sanitarios involucrados en eventos adversos o incidentes de seguridad del paciente (es decir, incidentes con daño e incidentes sin daño) y 2) se informaba sobre la frecuencia de las EDA después de un evento adverso. No se estableció ninguna restricción por género, edad, categoría profesional o ámbito asistencial. 
El metaanálisis clasifica las 26 EDA identificadas en los 14 estudios incluidos en estrategias orientadas a la tarea (intentos de abordar activamente el problema, tratando de resolverlo o reducir su impacto), a la emoción (esfuerzos para lidiar con las emociones y regularlas) y a la evitación (tácticas para evitar estresores, como distraerse, evadirse, o eludir determinadas situaciones). 
Los resultados sugieren que las EDA más utilizadas por las segundas víctimas son las orientadas a la tarea y a la emoción. Las cinco estrategias más frecuentes son los cambios de actitud hacia el trabajo, el seguimiento más estrecho de directrices y guías de actuación, prestar más atención a los detalles, resolver problemas y disponer de planes de acción concretos (EDA orientadas a la tarea), y criticarse a sí mismo (EDA orientadas a la emoción). En menor medida se hallaron también estrategias enfocadas a evitar los factores que causan angustia psicológica, siendo la más frecuentemente utilizada desear que la situación desaparezca. Entre las estrategias menos utilizadas están solicitar más pruebas diagnósticas (orientada a la tarea), re-evaluar la situación positivamente (orientada a la emoción) y recurrir al consumo de alcohol, drogas y/o medicamentos (orientada a la evitación). 
Las EDA son mecanismos de autodefensa adoptados por las segundas víctimas que forman parte de un proceso más complejo, que afecta directamente a los profesionales y repercute indirectamente en los pacientes y en los servicios sanitarios. Para los profesionales las estrategias pueden ser adaptativas, si conducen a un mejor ajuste psicológico y reducen el estrés, o desadaptativas, si influyen negativamente en el funcionamiento emocional, cognitivo o conductual. Para los pacientes, las EDA pueden ser apropiadas cuando conducen a comportamientos profesionales proactivos beneficiosos para la alianza terapéutica, o inapropiadas si producen interacciones defensivas y emocionalmente distanciadas de los pacientes. Para el sistema de salud, las EDA son funcionales si facilitan un desempeño confiable y efectivo, y disfuncionales cuando comprometen la calidad y seguridad de la asistencia y reducen la resiliencia del sistema. 
Combinando estos 3 niveles de afectación (profesionales, pacientes y sistema) con las diferentes tipologías de EDA (tarea, emoción y evitación) y su carácter adecuado o inadecuado, se obtiene una matriz de clasificación con un mínimo de 18 categorías, y tantas subcategorías como mecanismos de autoprotección se detecten para cada tipo de EDA.
Los autores concluyen que es necesario estudiar más a fondo cada una de las EDA para conocer qué efectos positivos y negativos tienen en las segundas víctimas, cuál es su impacto en la relación profesional-paciente, y de qué manera repercuten en la calidad y seguridad de la asistencia. 
Además, debido a que la mayoría de los estudios no detallan el tipo, gravedad y resultado de los eventos adversos, las investigaciones futuras deberían incluir estos ítems y examinar si existen diferencias significativas, ligadas a estos factores, en las EDA adoptadas por las segundas víctimas. Del mismo modo, se necesitan más investigaciones que analicen la influencia de otras variables como género, edad, categoría profesional, ámbito de trabajo, etc., para saber cómo afectan a la vivencia y a la trayectoria de recuperación de las segundas víctimas, e incluso por qué, ante un mismo o similar evento adverso, algunas personas se ven afectadas como segundas víctimas y otras no. 
Conocer e incorporar estas peculiaridades a los programas de apoyo y tratamiento, adaptar las recomendaciones para la atención a las segundas víctimas al contexto cultural y a las características de cada organización o servicio, y trabajar de forma proactiva nos permitirá diseñar e implantar protocolos efectivos para prevenir, tratar o mitigar las consecuencias de los eventos adversos y ayudar a las segundas víctimas a restablecer su situación emocional, laboral y personal lo mejor posible. Porque la gestión de los eventos adversos y la atención a las segundas víctimas no se pueden improvisar.

Más info:
Busch IM, Moretti F, Purgato M, Barbui C, Wu AW, Rimondini M. Dealing With Adverse Events: A Meta-analysis on Second Victims' Coping Strategies. J Patient Saf. 2020;16(2):e51-e60. doi:10.1097/PTS.0000000000000661
Seys D, Wu A W, Van Gerven E, Vleugels A,Euwema M, Panella M, Scott S D, Conway J, Sermeus W, Vanhaecht K. Health Care Professionals as Second Victims After Adverse Events: A Systematic Review. Evaluation & the health professions. 2013, 36(2);135-162.
S.D. Scott, L.E. Hirschinger, K.R. Cox, M. McCoig, J. Brandt, L.W. Hall. The natural history of recovery for the healthcare provider second victim after adverse patient events. BMJ Quality & Safety. 2009, 18(5);325-330.

Ver en este blog las entradas sobre este asunto con la etiqueta Segundas víctimas
 
Publicado por Rosa Añel Rodríguez


Habilidades para la mejora de la calidad y la seguridad del paciente a desplegar durante la pandemia de COVID-19

En el International Journal for Quality in Health Care se ha publicado el avance online de un editorial firmado por autores de reconocido prestigio, entre los que se encuentran Charles A Vincent o René Amalberti, de cuyo libro Seguridad del Paciente. Estrategias para una asistencia sanitaria más segura ya hablamos en este blog cuando se publicó su traducción al español, de acceso libre.
El editorial reivindica el papel de los expertos en mejora de la calidad y seguridad del paciente, muchos de los cuales considerados como "no esenciales", han sido destinados durante esta pandemia a realizar otras tareas.
Los autores creen que el conjunto de habilidades de estos profesionales es esencial para la implementación exitosa de los cambios requeridos para conseguir los resultados deseados. Un entendimiento de la teoría de los sistemas y de la complejidad de los sistemas sanitarios, de los factores humanos y las teorías de la fiabilidad y de las metodologías de cambio es clave para el éxito de cualquier programa de transformación.
Sugieren una estrategia con 5 pasos y acciones a través de las cuales los profesionales de la calidad y la seguridad del paciente pueden contribuir significativamente durante una pandemia, empleando sus habilidades principales para apoyar a los pacientes, los profesionales y las organizaciones:
1. Fortalecer el sistema y el entorno:
  • Identificar un listado de verificación apropiado para la preparación y evaluar la situación.
  • Recoger experiencia y evidencia, filtrar, resumir e informar.
  • Organizar a tiempo formación y simulación sobre habilidades utilizadas infrecuentemente.
  • Asesorar y apoyar al liderazgo.
  • Promover la seguridad, el bienestar y la seguridad psicológica de los profesionales.
  • Organizar apoyo por pares
2. Apoyar el compromiso y empoderamiento del paciente, la familia y la comunidad:
  • Facilitar la co-producción de soluciones para la prevención, el aislamiento, el tratamiento y la recuperación.
  • Ayudar a identificar, desarrollar y diseminar herramientas de autogestión para pacientes.
  • Hacer uso o establecer asociaciones de pacientes.
  • Asesorar a los líderes sobre la atención centrada en las persona durante la pandemia.
  • Evaluar la equidad en el cuidado y la seguridad del paciente 
  • Optimizar la política de visitas
3. Mejorar el cuidado clínico:
  • Participar en la organización de la separación de flujos de pacientes
  • Proveer a tiempo formación  para los equipos de trabajo (informes, reuniones, comunicación estructurada, evaluación de la situación, apoyo mutuo)
  • Desarrollar apoyo a la decisión clínica
4. Reducir el daño: 
  • Actualizar guías de control de la infección
  • Organizar a tiempo evaluaciones de estándares clave relevantes (por ejemplo la higiene de manos).
  • Coordinar la identificación del riesgo, su análisis y su gestión.
  • Prevenir lesiones por presión asociadas a la pandemia. 
5. Apoyar y expandir el sistema de aprendizaje:
  • Fortalecer las capacidades del sistema de aprendizaje
  • Contribuir a la resolución de problemas y a la generación de soluciones.
  • Promover una cultura de seguridad, resiliencia y aprendizaje.
  • Facilitar a tiempo contribuciones de factores humanos y ergonómicos.
  • Apoyar ciclos de aprendizaje colaborativos en primera línea y cosechar lecciones.
  • Contribuir al análisis de datos, representación e interpretación de su variación.
Concluyen los autores insistiendo en el papel de los expertos en mejora de la calidad y la seguridad del paciente para poder emerger en medio de la agitación de la pandemia. También para ayudar a gestionar el impacto sobre otros pacientes cuyo tratamiento ha sido retrasado, interrumpido o cancelado. Hay que aprovechar el potencial de estos expertos en el proceso de cambio para reparar nuestros dañados servicios de salud y atender a los muchos pacientes, con y sin COVID-19, afectados.

Staines A, Amalberti R, Berwick DM, Braithwaite J, Lachman P, Vincent CA. COVID-19: Patient Safety and Quality Improvement Skills to Deploy during the Surge [published online ahead of print, 2020 May 13]. Int J Qual Health Care. 2020;mzaa050. doi:10.1093/intqhc/mzaa050


Deprescripción: barreras y facilitadores. Informe rápido de evidencia

Sarah Mackey y Stephen Bornstein de la Newfoundland & Labrador Centre for Applied Health Research (NLCAHR), Memorial University de Canadá, han publicado un informe analizando las barreras y los facilitadores o ayudas para promocionar las actividades de deprescripción entre los profesionales sanitarios en la consulta. Este informe pertenece a la serie “Rapid Evidence Reports”, informes que proporcionan un resumen de la literatura científica reciente sobre el tema, los puntos fuertes y las lagunas y una revisión de los puntos clave de acuerdo y desacuerdo entre los investigadores.
El uso de medicamentos conlleva beneficios y riesgos para nuestra salud. Por un lado, nos permiten tratar enfermedades, aliviar los síntomas y prevenir complicaciones más graves, lo que contribuye a aumentar la supervivencia y mejorar nuestra calidad de vida. Por otro lado, la toma de medicamentos pueden exponer a los pacientes a riesgos que superan sus beneficios, por ejemplo, cuando los medicamentos ya no son necesarios para la indicación que había motivado su uso o bien por el aumento de interacciones en el paciente que está tomando múltiples medicamentos. La toma de más de 5 medicamentos, conocida como poli-medicación, es especialmente preocupante en las personas mayores, ya que se asocia a un aumento de efectos negativos para la salud como son caídas, aumento de reacciones adversas a los medicamentos, aumento de interacciones medicamentosas, mayor riesgo de hospitalización por descompensaciones metabólicas, aumento de la duración de la estancia en el hospital e incluso aumento de la mortalidad.
La deprescripción es un proceso de revisión del uso de medicamentos innecesarios o inapropiados con cada paciente, considerando suspenderlos o reducir su dosis, bien para reducir daños tras evaluar el riesgo/beneficio o bien porque resultan innecesarios para el paciente en su actual contexto clínico. Es empezar una conversación informada para la toma de decisiones compartidas, buscando el beneficio para la salud y calidad de vida de cada paciente. Lleva a adecuar el uso de fármacos para cada paciente, mejora la adherencia, reduce eventos adversos y refuerza la relación médico-paciente.
El informe ha sido desarrollado a partir del análisis, interpretación y síntesis de la literatura científica junto con informes de agencias de evaluación de tecnologías realizados por diferentes instituciones internacionales independientes. Incorpora también información de opinión de expertos en esta área. En el informe se detalla la metodología seguida y se concretan las barreras y facilitadores atendiendo a 3 perspectivas: pacientes, profesionales y el sistema de salud.
La mayoría de los resultados de esta investigación sobre las barreras y los factores que favorecen la deprescripción de medicamentos son en gran medida de carácter cualitativo y se basan en las opiniones recabadas de los pacientes y los profesionales, más que en intervenciones de efectividad probada. Aunque la información indica cierta disposición, tanto de los pacientes como de los profesionales, a apoyar la deprescripción en principio, en la práctica la deprescripción implica una compleja interacción de factores a nivel de paciente, profesional y sistema que afectan a si finalmente se procederá a la reducción o la suspensión de algunas medicaciones.
En el caso de los pacientes de edad avanzada o con múltiples patologías crónicas, la complejidad del manejo de la medicación tanto para los pacientes como para los profesionales aumenta con el número de medicamentos que se prescriben. Esta complejidad plantea problemas para la deprescripción.
Los datos analizados sugieren que las mejoras en la comunicación y coordinación entre niveles asistenciales y profesionales probablemente mejorarían la práctica de la deprescripción. Otros apoyos del sistema que ayudarían a posibilitarla son las mejoras en el software de prescripción, los registro de datos clínicos de los pacientes más precisos y el apoyo de las tecnologías de la información.
Al preparar los recursos para la deprescripción para los pacientes, se deben tener en cuenta los niveles de alfabetización y de conocimientos sobre la salud, las preferencias de los pacientes y la necesidad de presentar con claridad tanto los riesgos como los beneficios de la deprescripción. 
La evidencia disponible también sugiere que recibir información sobre la deprescripción directamente de un profesional sanitario es beneficioso para los pacientes. Por lo que una conversación de los profesionales de atención primaria con sus pacientes para hablar sobre los medicamentos que están tomando, su utilidad y la necesidad de mantenerlos, es un buen comienzo para adecuar el uso y reducir eventos adversos relacionados con la medicación a través de la deprescripción. Os animamos a empezar.

Publicado por Pilar Astier-Peña