La participación de Añel y Coll en este congreso de ámbito nacional, afianza y da continuidad a las publicaciones y actividades desarrolladas por los integrantes del grupo de trabajo de Seguridad del Paciente de semFYC.
El objetivo de la sesión ha sido informar y sensibilizar sobre el impacto de las prácticas de bajo valor (PBV) y las dificultades para revertirlas. No se trata de prácticas exóticas, sino de acciones rutinarias, integradas en la inercia clínica, frecuentemente demandadas por los pacientes e incluso promovidas por el propio sistema.
Diferentes estudios realizados a nivel nacional e internacional cuantifican que entre el 20 y el 40% de las prácticas que se realizan habitualmente en las consultas de atención primaria son inadecuadas por tratarse de prácticas ineficientes, perjudiciales o, simplemente, superfluas o inútiles. El que sean intervenciones que aportan poco o ningún beneficio, no quiere decir que sean inocuas. Pueden causar daño a los pacientes y, además, consumen recursos que podrían destinarse a otras actuaciones más efectivas y necesarias. Precisamente por eso su revisión crítica es clave para la seguridad del paciente y para la sostenibilidad del sistema.
Los ponentes señalaron que el objetivo de las estrategias para revertir las PBV no es simplemente dejar de hacer por el mero hecho de hacer menos. Se trata más bien de contrarrestar los llamados "excesos médicos" y de adecuar las intervenciones a las necesidades reales de la población. El fin último es garantizar una atención que aporte más beneficios que daños, tenga en cuenta las circunstancias y necesidades de cada paciente, se sustente en la mejor evidencia disponible y suponga un uso eficiente de recursos.
Contenidos de la sesión "(No) hacer lo que (no) hay que hacer. Prácticas de bajo valor y estrategias para revertirlas", presentada por Rosa Añel y Txema Coll, el 13 de noviembre de 2025 en Madrid
También advirtieron sobre las consecuencias indeseadas que puede tener la retirada brusca de una PBV como, por ejemplo, la infrautilización de intervenciones útiles, la sustitución de una intervención de bajo valor por otra aún peor, el deterioro de la relación médico-paciente o el desplazamiento de la demanda del paciente a otros niveles asistenciales.
Para orientar las intervenciones, presentaron las propuestas de Kool y colaboradores, basadas en el marco de desimplementación de «Choosing Wisely», que propone seguir los siguientes pasos:
- Identificar las PBV.
- Priorizar qué PBV abordar primero, ya que no es posible revertir todas a la vez.
- Analizar, en cada contexto, los principales obstáculos y elementos facilitadores.
- Diseñar intervenciones de cambio adaptadas: formación, recordatorios, ayudas a la decisión, cambios organizativos, etc.
- Medir y evaluar utilizando indicadores antes y después de la intervención, que midan el impacto de la reversión de las PBV en la seguridad clínica, en el coste para el sistema y en la satisfacción de pacientes y profesionales.
- Divulgar los resultados efectivos para favorecer su extensión a otras organizaciones sanitarias.
También explicaron el enfoque de las “4 E” de Silverstein y colaboradores, que propone desarrollar iniciativas que combinen múltiples enfoques, incorporando los siguientes elementos:
- Educar o formar a los profesionales: proporcionar información sobre las indicaciones respaldadas por las guías, los daños del uso excesivo y lo seguro que es reducir la atención de poco valor.
- Emitir recordatorios: utilizar ayudas a la toma de decisiones clínica, alertas, ventanas emergentes, listas de verificación, etc., para ayudar a los profesionales a evitar el uso excesivo.
- Estandarizar las actuaciones: empoderar a los equipos de trabajo potenciando la colaboración interdisciplinar, delegar tareas médicas a otros miembros del equipo, como protocolos de enfermería, para ayudar a revertir ciertas PBV.
- Exigir el cumplimiento de las recomendaciones: aplicar la gestión de forma rigurosa.
- Reconocer que el problema existe y es frecuente: una parte importante de lo que hacemos cada día puede ser de escaso o nulo valor para nuestros pacientes.
- Incorporar formación específica en PBV: la capacitación de los profesionales es la primera palanca de cambio, como se evidenció en el intenso debate con el público.
- Trabajar con datos: incorporar indicadores sencillos que permitan “poner números” a las PBV en cada equipo y seguir la evolución de las intervenciones de desimplementación.
- Desimplementar de forma gradual y priorizada: empezar por unas pocas PBV de alta prevalencia e impacto, factibles de abordar con los recursos disponibles.
- Cuidar la relación con pacientes y equipos: explicar por qué dejamos de hacer algo que antes hacíamos, apostar por la decisión compartida e implicar al personal de enfermería y al resto de profesionales de los equipos de atención primaria.

2 comentarios:
Me choca que un blog como este se plantee añadir aún más alertas, cuestionarios y pantallas emergentes a las numerosas que ya existen. Las que proliferan sin control ya suponen una carga burocrática y una ruptura constante de la entrevista clínica que atentan contra la eficiencia y la seguridad de la atención médica.
Este problema, como del de la proliferación de mediciones e indicadores a cumplimentar, que también se propone aumentar aún más, ya ha salido en este blog.
En la línea de lo que se ha dicho en otros posts sobre medicación, pruebas y prevención, se podría decir que "Alertas y mediciones, las justas".
Hay que demostrar el valor de las medidas para evitar las prácticas de bajo valor, para que no acaben empeorando, en vez de mejorando, el burnout de los profesionales, la eficiencia del sistema sanitario y la seguridad de los pacientes.
Muchas gracias por poner el foco en el problema que supone el exceso de alertas y pantallas emergentes que, si no se utilizan de forma adecuada, pueden terminar sobrecargando a los profesionales y comprometiendo la propia seguridad que dicen mejorar.
Si una alerta interrumpe constantemente, no discrimina lo importante de lo irrelevante y genera fatiga, se convierte ella misma en una práctica de bajo valor y debería revisarse y, si procede, retirarse o rediseñarse.
Cuando se citan las “4 E” y se habla de ayudas a la decisión, alertas y listas de verificación, la idea no es añadir capas de burocracia, sino utilizar pocas herramientas, bien pensadas, co-diseñadas con los profesionales, integradas en el flujo de trabajo y evaluadas antes y después. Justo como señalas, “hay que demostrar el valor de las medidas”: si no reducen realmente las prácticas de bajo valor ni mejoran resultados, carga de trabajo y satisfacción, no tienen sentido.
Coincidimos, por tanto, con tu eslogan: “Alertas y mediciones, las justas”, y podríamos añadir: "...las justas, bien diseñadas y sometidas a evaluación continua", para que sean realmente una ayuda, y no un problema más.
Un saludo y gracias por abrir este nuevo debate.
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