El estudio ha considerado tanto los aspectos estructurales del sistema sanitario como los resultados en salud de la población. Se han utilizado 46 indicadores específicos, agrupados en cuatro categorías:
- Planes nacionales y políticas de calidad y seguridad del paciente.
- Indicadores funcionales del sistema de salud: gobernanza, financiación, recursos humanos, dispositivos médicos y salud digital.
- Dimensiones de calidad asistencial: efectividad, eficiencia, seguridad, equidad, accesibilidad y enfoque centrado en las personas.
- Indicadores de resultados de salud poblacional: esperanza de vida saludable y mortalidad prevenible, entre otros.
Entre las limitaciones del estudio destaca que no incluye datos longitudinales —lo que impide, por ahora, evaluar tendencias o progresiones en los indicadores— y que los perfiles de los diferentes países no representan juicios definitivos, sino que constituyen la base para futuros análisis y comparaciones.
El estudio establece un vínculo directo entre la calidad de la asistencia sanitaria, la esperanza de vida y el riesgo de morir por enfermedades no transmisibles. Según los datos analizados por la agencia de las Naciones Unidas, cada plan de calidad nacional adicional puede aumentar la esperanza de vida al nacer en 0,57 años, y reducir en un 1,34% la probabilidad de morir por enfermedades no transmisibles, tales como la diabetes, la hipertensión o la enfermedad pulmonar obstructiva crónica, entre otras. A este hallazgo hay que sumar los siguientes resultados:
- Solo el 32% de los países tienen un plan nacional de calidad para la atención sanitaria, y el 30% un plan de seguridad del paciente.
- Apenas el 13% cuenta con mecanismos para la representación de los pacientes en los modelos de gobernanza sanitaria a nivel nacional.
- Entre un 3% y un 12,6% de la población informa haber experimentado un incidente de seguridad clínica, aunque el informe estima que uno de cada diez pacientes sufre daños durante la atención hospitalaria y cuatro de cada diez en atención primaria. Al menos el 50% de estos eventos adversos son evitables.
- Un dato positivo en relación a las buenas prácticas para mejorar la atención sanitaria es que el 80% de los países han implementado estrategias para abordar la resistencia a los antimicrobianos.
- La probabilidad de morir por enfermedades no transmisibles, como enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes o enfermedades respiratorias crónicas, varía entre el 7,9% y el 28,3% en personas de 30 a 70 años.
- Existe una variabilidad considerable en el resultado de indicadores clave como la esperanza de vida saludable, que puede diferir en hasta 11 años entre los países con mejores y peores resultados.
El análisis identifica los aspectos críticos que afectan la calidad de la atención y la seguridad del paciente, entre los que destacan los siguientes:
- Solo 13% de los países tienen mecanismos para incluir la representación de los pacientes en los modelos de gobernanza sanitaria. Además, los planes para combatir la desinformación sanitaria son prácticamente inexistentes en los países de la región europea de OMS.
- La inversión en salud varía entre el 4,6% y el 22,4% del gasto público total de cada país, con diferencias significativas entre países. Los sistemas que asignan recursos basados en criterios de calidad, en lugar de criterios de volumen de servicios, logran mejores resultados.
- La densidad de profesionales médicos y enfermeros varía ampliamente, desde 2,4 hasta 29,9 médicos de familia por cada 10.000 habitantes. Estas desigualdades en la dotación de recursos humanos afectan a la capacidad de los sistemas sanitarios para ofrecer una asistencia oportuna y de calidad en el primer nivel de atención.
- Solo el 69,8% de los países tienen registros electrónicos de salud, y menos del 15% cuenta con directrices de calidad y seguridad para la atención por medio de la telemedicina.
Sobre la base de los resultados de la encuesta y con el objetivo de abordar algunos de los desafíos y de las deficiencias reveladas en los países de la Unión Europea, la OMS plantea una serie de acciones prospectivas para mejorar la calidad de la atención y la seguridad del paciente, entre las que destaca, como prioritarias, las siguientes:
La OMS insta a los países a invertir en planes nacionales concretos para mejorar la calidad de la atención sanitaria y la seguridad del paciente, rediseñar los modelos de atención centrados en las necesidades y preferencias de los pacientes, y garantizar su participación en la toma de decisiones en las organizaciones sanitarias. Además, hace un llamamiento a aumentar la inversión pública en salud, que actualmente varía significativamente, representando entre el 4,6% y el 22,4% del gasto público total de los países de la región europea.
Una vez más, se pone de manifiesto que la atención primaria es el eje central para una sanidad más eficiente y, por tanto, un pilar fundamental para el cambio. La atención primaria es el ámbito principal donde se presta la atención sanitaria y ofrece una oportunidad única para prevenir daños evitables, gestionar enfermedades crónicas y promover la equidad en el acceso a los servicios. Sin embargo, la falta de recursos y de formación adecuada, así como la carencia de estrategias integradas de calidad asistencial limita el impacto del primer nivel asistencial en la salud de la población.
Como conclusión, la OMS subraya que invertir en modelos de atención primaria robustos y centrados en las personas es esencial para lograr sistemas sanitarios más seguros, eficientes y resilientes en toda Europa.
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