Precariedad laboral, salud laboral, calidad asistencial y seguridad del paciente

Ilustración de Mónica Lalanda*
Es un hecho bien conocido que la precariedad laboral afecta negativamente a la salud de los trabajadores que la padecen, a la calidad de la asistencia sanitaria y, en definitiva, a la seguridad de los pacientes. Se ha estudiado en trabajadores de todo tipo, incluidos los sanitarios, en diferentes tipos de centros e incluso en la atención domiciliaria a discapacitados.

Trabajar en precario supone un riesgo para la salud psicológica y física. La situación de inseguridad, de incertidumbre respecto al futuro, de desvalimiento sociolaboral, afecta a la vida personal y familiar y tiene repercusiones en la salud mental. El  riesgo de desgaste profesional o burnout, tan relevante entre los profesionales de la salud, es aún mayor para los que trabajan en precario y supone un riesgo aumentado de accidentes laborales.

Pero no sólo los trabajadores y sus familias resultan afectados: la calidad asistencial de los centros y organizaciones sanitarias también se ve comprometida  por el alto índice de precariedad. Paradigmas de la calidad asistencial, como la relación con el paciente y otros profesionales y el compromiso con la organización, son difícilmente aplicables por sustitutos e interinos, especialmente cuando los contratos son de corta duración, intermitentes y en consultas o centros diferentes.

Los cambios de médico para el paciente, o los de pacientes para el médico, atentan contra  uno de los pilares de la atención primaria: la longitudinalidad. El vínculo con el paciente a lo largo del tiempo, propio de primaria, permite un conocimiento mutuo valiosísimo para alcanzar un nivel superior de excelencia en la atención sanitaria. Esta relación permite además el desarrollo de una confianza que hace que el médico de familia sea para el paciente "mi médico". La confianza y la longitudinalidad producen una relación terapéutica duradera, empática, fructífera, acurada y personalizada.

Esta longitudinalidad no se fomenta si los médicos son considerados como piezas intercambiables, no les sustituyen sus ausencias y los pacientes de un médico ausente son enviados a diferentes médicos, o se cubren plazas libres con contratos temporales. Esta relación estrecha es la que facilita al médico, por ejemplo, variar  una sospecha diagnóstica o  un tratamiento según su conocimiento del paciente y de su entorno. Eso permite acertar más, errar menos, proponer tratamientos más adecuados, más aceptables y realizables por el paciente. La confianza y el mutuo conocimiento permiten también, por ejemplo, que el paciente pregunte o hable sin reparos, lo que previene errores y eventos adversos. Algo similar ocurre con otros profesionales de la salud.

En sanidad se trabaja en equipo. Los profesionales que cambian continuamente de puesto no pueden integrarse en el equipo con la misma  profundidad que aquellos con uno estable. Eso les impide, en el caso de primaria, conocer las peculiaridades de la zona, de su población, los recursos formales e informales para la salud disponibles, las peculiaridades del equipo, su organización del trabajo, etc. Les priva de una información, de un conocimiento, de unas relaciones con la población y entre los miembros del equipo que cuesta años adquirir y establecer. Por mucho interés y capacitación que tengan los eventuales es difícil que puedan aportarlos al equipo como lo harían en una relación duradera.

Los profesionales eventuales son más vulnerables porque no conocen a los
pacientes, la zona, el equipo y  de su entorno organizativo, y carecen de la red de apoyo entre profesionales y entre éstos y los pacientes que protege a todos ellos. Eso aumenta la probabilidad de errores y de proporcionar una atención subóptima, por muy buenos que sean los profesionales.

La probabilidad de sufrir un daño derivado de la atención sanitaria aumenta para los pacientes cuando son visitados por médicos diferentes. Esta es una de las quejas más frecuentes de los pacientes: tener que contar de nuevo la misma historia a otro médico, una o varias veces para un mismo proceso, porque su médico está de vacaciones o de baja y no han puesto un sustituto estable para ese periodo. Algo que también puede darse en plazas vacantes cubiertas mediante diferentes profesionales con contratos temporales.

Cuando un paciente sufre un daño o muere como consecuencia de la atención prestada por un profesional sin experiencia en ese servicio o consulta, todos le miran a él. Pero también la mirada tiene que dirigirse, como comentamos en este blog respecto al caso Ryan, a los que han tomado las decisiones que han llevado a un trabajador sin la experiencia y la formación adecuadas a realizar una labor que las exige. Hay que analizar, como señalamos con ocasión del contagio por Ébola de la auxiliar Teresa Romero, qué conjunto de barreras que impiden el daño del paciente no han funcionado, porqué ha sido así y cómo aprender de lo sucedido para minorar la probabilidad de que vuelva a ocurrir. La estabilidad laboral permite la capacitación específica para el desempeño de los profesionales, facilita  la cohesión de los equipos y el desarrollo de una cultura de seguridad del paciente y favorece el desarrollo de una excelencia  planificada.

Los profesionales con menos lazos con sus compañeros de trabajo y sus pacientes tienen mayor probabilidad de convertirse en segundas víctimas si están implicados en un evento adversos de un paciente. Además éstos actuaran más contra un médico desconocido que contra otro con el que mantienen una relación prolongada y de confianza. El profesional y la institución tienen así mayor riesgo de reclamaciones y litigios. El profesional más aislado, menos integrado, puede acabar, tras un evento adverso, sufriendo en silencio, en soledad

Los déficits de calidad del sistema sanitario producen unos costes económicos y en salud; uno de los factores que puede influir en estos déficits es la prevalencia de profesionales en precario que prestan atención sanitaria.

Las instituciones sanitarias que fomentan un entorno laboral favorable consiguen más satisfacción de sus trabajadores y de los usuarios y son más seguras.

Un grupo de profesionales y organizaciones, entre las que se encuentra la SEMFYC en la que se integra el grupo de trabajo que edita este blog, han difundido un manifiesto contra la precariedad laboral en la atención primaria que ha ido sumando nuevas adhesiones.

Para la difusión de contenidos relacionados con esta campaña contra la precariedad han creado el hashtag #AtenciónPrecaria, por su similitud con Atención Primaria, además de usar el más general de #precariedad.

El manifiesto y el formulario para la adhesión individual o colectiva están disponibles en https://t.co/BfJQygT8Ek. 


Publicado por Jesús Palacio Lapuente y Txema Coll Benejam

* Ilustración de Mónica Lalanda @mlalanda tomada de https://twitter.com/mlalanda/status/553325547385016321


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