Aprender de los errores diagnósticos en atención primaria

La revista del Colegio Americano de Medicina de Familia ha publicado los resultados de una investigación en relación con las lecciones aprendidas de los errores diagnósticos.

Los errores en el proceso diagnóstico están entre los más frecuentes en atención primaria y tienen un gran potencial para generar daño a los pacientes. A la vez, son susceptibles de prevención.

Los investigadores, durante 2009 y 2010, invitaron a participar a una muestra de 200 médicos de familia, 200 internistas y 200 pediatras de atención primaria con ejercicio en el estado de Iowa. Se les pidió que describieran un error diagnóstico importante en un cuestionario por envío postal. La tasa de respuesta obtenida fue del 34%. Los motivos de consulta referidos fueron, por orden de frecuencia: dolor abdominal, fiebre y fatiga. Los diagnósticos iniciales incorrectos fueron, también por orden de frecuencia: infección viral benigna, dolor músculo-esquelético y EPOC o asma.

En las 202 encuestas recibidas se propusieron un total de 254 lecciones personales aprendidas. Estas lecciones se utilizaron para generar una clasificación de 24 lecciones genéricas.

Las 3 lecciones más frecuentes fueron:

1) Considerar el diagnóstico X en pacientes que presenta el síntoma Y (ejemplo: cualquier síntoma por encima del ombligo, puede ser un problema cardiovascular).

2) Mirar más allá del síntoma inicial más obvio.

3) Estar alerta en cuanto a las presentaciones atípicas de las enfermedades.

El estudio pone de manifiesto que los errores diagnósticos a menudo son precedidos de síntomas comunes asociados a diagnósticos inicialmente benignos. Las lecciones aprendidas están relacionadas en la mayoría de las descripciones con la necesidad de ampliar los diagnósticos diferenciales al principio y no cerrar los casos precozmente.

Está bien aprender de los errores, por eso reseñamos este artículo. Pero también es cierto que cuando un médico de primaria observa síntomas comunes de enfermedades normalmente benignas, no puede ni debe inicialmente ensañarse con pruebas complementarias para descartar enfermedades poco comunes y malignas. Pruebas que, prescritas sin prudencia, pueden causar más iatrogenia que beneficio a la mayoría de los pacientes, además de disparar hasta niveles inadmisibles el gasto de recursos escasos y susceptibles de usos más eficientes.

Por poner un ejemplo, cuando un paciente acude a visitarse por síntomas catarrales, si tras la anamnesis y exploración pertinentes no hay más hallazgos que los propios de un catarro, lo adecuado es tratar como un catarro. Sólo en casos de disfonía o tos persistentes, por continuar con el ejemplo, está indicado el someter al paciente al estudio de los oportunos diagnósticos diferenciales.

Los errores dejan huella en el profesional que los comete, que tiende a pasar a un tipo de medicina defensiva más iatrogénica y cara que la habitual, al menos en la práctica relacionada con la materia del error. Ese es el principal sesgo del estudio, ya que son respuestas de profesionales tras errar y sobre la materia del error. Otro sesgo importante es el de partir de la reflexión sobre qué hubiera sido mejor hacer inicialmente a diagnóstico ya confirmado. Metodológicamente, además, hay que tener en cuenta la no representatividad de la muestra, el igual número de seleccionados para profesionales con muy distinta presencia en el sistema sanitario y la baja tasa de respuestas. No sabemos si los que no respondieron aprendieron esas u otras lecciones de sus errores.

Pero, lo dicho, hay que aprender de los errores propios y ajenos. Este artículo comparte experiencias, no extrapolables, de dos centenares de médicos del estado de Iowa.


Ely JW, Kaldjian LC, D'Alessandro DM. Diagnostic errors in primary care:
lessons learned.
J Am Board Fam Med. 2012 Jan-Feb;25(1):87-97.


Publicado por Sano y salvo


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