La ansiedad y la depresión se ceban en estos profesionales, en parte por el agotamiento físico y emocional, en parte porque han tenido que atender a los pacientes con unas garantías de calidad muy inferiores a las que el sistema sanitario podía ofrecer antes de la pandemia. En condiciones en las que los profesionales tienen que tomar continuamente desgarradoras elecciones respecto a quién dedican los escasos recursos de que disponen, cuando ven sufrir y morir a pacientes a los que normalmente habría podido tratar mejor, los mismos sanitarios pueden acabar siendo segundas víctimas. Aunque se hayan entregado al máximo de sus posibilidades, los profesionales no dejan de rumiar si podrían haber hecho algo más o algo diferente, acaban emocionalmente agotados, psicológicamente trastornados, algunos de ellos abandonan su carrera y otros acaban incluso suicidándose.
La ansiedad, como confirma un estudio que acaba de publicar el Journal of the American Board of Family Medicine, duplica el riesgo de burnout entre el personal de los equipos de atención primaria, cifra que llega al triple en el caso de los médicos de familia. La carga asistencial, cuando aumente a niveles que la hacen imposible de atender adecuadamente con los recursos disponibles, es una importante causa de ansiedad y agotamiento profesional. En España. como en otros países con una atención primaria desarrollada, es en este nivel donde se ha atendido y se atiende a la mayoría de los pacientes con COVID-19. Esta presión asistencial inusitada ha caído en nuestro país sobre una atención primaria previamente recortada en recursos y plantilla, con falta de material de protección que ha provocado cifras récord a nivel mundial de sanitarios infectados y muertos —los médicos de los centros de salud están a la cabeza de los facultativos fallecidos por COVID-19— lo que ha aumentado aún más la ansiedad y previsiblemente el desgaste de sus profesionales.
La atención primaria sufre, superado el pico de la primera oleada de la pandemia, el retorno de factores de estrés y burnout como la burocracia que se alivió efímeramente durante los peores momentos de la pandemia, la sobrecarga de trabajo aumentada por la atención a los pacientes con COVID-19 tras el alta hospitalaria y con la labor de detección y seguimiento de nuevos contagiados y sus contactos o el maltrato por parte de algunos directivos y responsables políticos, con actitudes como negar que haya habido falta de material de protección (se ha llegado a decir que se "permitió" a los profesionales que se lo fabricaran porque era un "estímulo" para que sintieran que colaboraban), negar que se haya sobrepasado la capacidad del sistema sanitario en lugares en los que ha sido patente, reprochar que se siga haciendo triaje de la demanda y resolución de algunas consultas por teléfono... entre otras manifestaciones que sólo se explican por la ignorancia o la mala fe y que resultan particularmente urentes en estos momentos.
La continuidad e incluso el empeoramiento tras la pandemia de estos y otros factores de riesgo de burnout hacen previsible que se incremente aún más su prevalencia entre los sanitarios y muy particularmente entre los de atención primaria, que ya partían de tasas que duplicaban las de otros niveles de atención.
Como bien dice Clare Gerada en BMJ: "hemos de ser conscientes de que las personas que trabajan tan cerca del sufrimiento, la muerte y la desesperación necesitarán espacios y tiempo para recuperarse, reflexionar y revitalizar su salud psicológica".
Derek Tracy y col plantean en The Lancet Psychiatry cuatro formas en las que el Sistema Nacional de Salud británico puede proteger la salud mental de su personal después de la crisis del COVID-19:
La ansiedad, como confirma un estudio que acaba de publicar el Journal of the American Board of Family Medicine, duplica el riesgo de burnout entre el personal de los equipos de atención primaria, cifra que llega al triple en el caso de los médicos de familia. La carga asistencial, cuando aumente a niveles que la hacen imposible de atender adecuadamente con los recursos disponibles, es una importante causa de ansiedad y agotamiento profesional. En España. como en otros países con una atención primaria desarrollada, es en este nivel donde se ha atendido y se atiende a la mayoría de los pacientes con COVID-19. Esta presión asistencial inusitada ha caído en nuestro país sobre una atención primaria previamente recortada en recursos y plantilla, con falta de material de protección que ha provocado cifras récord a nivel mundial de sanitarios infectados y muertos —los médicos de los centros de salud están a la cabeza de los facultativos fallecidos por COVID-19— lo que ha aumentado aún más la ansiedad y previsiblemente el desgaste de sus profesionales.
La atención primaria sufre, superado el pico de la primera oleada de la pandemia, el retorno de factores de estrés y burnout como la burocracia que se alivió efímeramente durante los peores momentos de la pandemia, la sobrecarga de trabajo aumentada por la atención a los pacientes con COVID-19 tras el alta hospitalaria y con la labor de detección y seguimiento de nuevos contagiados y sus contactos o el maltrato por parte de algunos directivos y responsables políticos, con actitudes como negar que haya habido falta de material de protección (se ha llegado a decir que se "permitió" a los profesionales que se lo fabricaran porque era un "estímulo" para que sintieran que colaboraban), negar que se haya sobrepasado la capacidad del sistema sanitario en lugares en los que ha sido patente, reprochar que se siga haciendo triaje de la demanda y resolución de algunas consultas por teléfono... entre otras manifestaciones que sólo se explican por la ignorancia o la mala fe y que resultan particularmente urentes en estos momentos.
La continuidad e incluso el empeoramiento tras la pandemia de estos y otros factores de riesgo de burnout hacen previsible que se incremente aún más su prevalencia entre los sanitarios y muy particularmente entre los de atención primaria, que ya partían de tasas que duplicaban las de otros niveles de atención.
Como bien dice Clare Gerada en BMJ: "hemos de ser conscientes de que las personas que trabajan tan cerca del sufrimiento, la muerte y la desesperación necesitarán espacios y tiempo para recuperarse, reflexionar y revitalizar su salud psicológica".
Derek Tracy y col plantean en The Lancet Psychiatry cuatro formas en las que el Sistema Nacional de Salud británico puede proteger la salud mental de su personal después de la crisis del COVID-19:
- Agradecerles su labor
- Que los supervisores se entrevisten con los profesionales para ver cuál es su estado, cuál ha sido su experiencia, detectar nuevos estresores y diseñar planes colaborativos de apoyo.
- Monitorización activa de los profesionales expuestos a traumas psicológicos
- Discusiones en grupo
Como concluyen los autores, esta gestión proactiva para minimizar el riesgo de enfermedades mentales y maximizar la superación y el crecimiento tras lo sucedido, es la debida según la normativa de salud laboral y es lo que los profesionales merecen por su sacrificio.
El burnout es bien conocido que no sólo lo sufren los profesionales, sino que también afecta a sus pacientes, que reciben de los sanitarios agotados una atención de menor calidad y menos segura.
Cuidemos a los que cuidan para aliviarles el sufrimiento tras su entrega en la pandemia, y también para que puedan seguir haciendo su labor en unos tiempos en los que se les necesita más que nunca.
Más info:
Goldberg DG, Soylu TG, Grady VM, Kitsantas P, Grady JD, Nichols LM. Indicators of Workplace Burnout Among Physicians, Advanced Practice Clinicians, and Staff in Small to Medium-Sized Primary Care Practices. J Am Board Fam Med. 2020;33(3):378‐385. doi:10.3122/jabfm.2020.03.190260
Gerada C. Clare Gerada: Some good must come out of covid-19. BMJ. 2020;369:m2043. Published 2020 May 26. doi:10.1136/bmj.m2043
Greenberg N, Brooks SK, Wessely S, Tracy DK. How might the NHS protect the mental health of health-care workers after the COVID-19 crisis? [published online ahead of print, 2020 May 28]. Lancet Psychiatry. 2020;S2215-0366(20)30224-8. doi:10.1016/S2215-0366(20)30224-8
En este blog, en las etiquetas desgaste profesional, segundas víctimas y salud laboral
Publicado por Jesús Palacio Lapuente
El burnout es bien conocido que no sólo lo sufren los profesionales, sino que también afecta a sus pacientes, que reciben de los sanitarios agotados una atención de menor calidad y menos segura.
Cuidemos a los que cuidan para aliviarles el sufrimiento tras su entrega en la pandemia, y también para que puedan seguir haciendo su labor en unos tiempos en los que se les necesita más que nunca.
Más info:
Goldberg DG, Soylu TG, Grady VM, Kitsantas P, Grady JD, Nichols LM. Indicators of Workplace Burnout Among Physicians, Advanced Practice Clinicians, and Staff in Small to Medium-Sized Primary Care Practices. J Am Board Fam Med. 2020;33(3):378‐385. doi:10.3122/jabfm.2020.03.190260
Gerada C. Clare Gerada: Some good must come out of covid-19. BMJ. 2020;369:m2043. Published 2020 May 26. doi:10.1136/bmj.m2043
Greenberg N, Brooks SK, Wessely S, Tracy DK. How might the NHS protect the mental health of health-care workers after the COVID-19 crisis? [published online ahead of print, 2020 May 28]. Lancet Psychiatry. 2020;S2215-0366(20)30224-8. doi:10.1016/S2215-0366(20)30224-8
En este blog, en las etiquetas desgaste profesional, segundas víctimas y salud laboral
Publicado por Jesús Palacio Lapuente
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