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Según el Consejo de la OMS sobre los Aspectos Económicos de la Salud para Todos, al menos 140 países reconocen la salud como un derecho humano en su constitución. Sin embargo, ninguno de ellos promulga ni aplica leyes que garanticen a sus poblaciones el derecho de acceso a los servicios sanitarios. Esto explica que, en 2021, al menos 4500 millones de personas —más de la mitad de la población mundial— no tuvieran cobertura por los servicios de salud considerados esenciales, como la APS. Tal y como se recoge en la página web de la OMS, sobre los derechos humanos, "la cobertura sanitaria universal basada en la APS ayuda a los países a hacer efectivo el derecho a la salud, al velar por que todas las personas puedan acceder de manera asequible y equitativa a los servicios de salud".
El Observatorio Europeo en Sistemas y Políticas de Salud de la OMS, publicó en 2015 el estudio "Building primary care in a changing Union", basado en un trabajo previo de Kringos y cols., en el que la APS en España estaba entre las tres “más fuertes” de Europa (después de Dinamarca y Reino Unido). Según los datos publicados por la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat) relativos a ese mismo año, la esperanza de vida al nacer en España era la más alta de la Unión Europea.
Actualmente nadie cuestiona que el impacto del sistema sanitario en la salud es solo relativo, pero también es irrefutable que, de todas las intervenciones sanitarias, las promovidas y realizadas en APS son las que aportan más beneficios al conjunto de la población y a la eficiencia del propio sistema. La forma más eficiente, equitativa y segura de prestar asistencia sanitaria es la basada en una APS fuerte, resolutiva y con cobertura universal. Además, la APS es el recurso asistencial más próximo a quienes más lo necesitan.
Sin embargo, lo cierto es que la situación de la APS, en nuestro país y en la mayoría de países y regiones de todo el mundo, es cada vez más preocupante. Las consecuencias negativas varían desde un aumento de las necesidades de atención insatisfechas y retrasos diagnósticos, hasta la utilización inadecuada de otros servicios. Estos efectos perjudiciales no se distribuyen de forma homogénea en la población, sino que afectan más, y de forma más negativa, a las personas socioeconómicamente más desfavorecidas. A su vez, los colectivos más desfavorecidos enferman más, tienen más dificultades para cuidar y mantener su salud, y se encuentran con más barreras para recibir asistencia en la vida real.
La OMS defiende la "Salud en Todas las Políticas" o Health in All Policies (HiAP), la necesidad de establecer sinergias entre el sistema sanitario y otros agentes y sectores que contribuyen a la salud y el bienestar de las personas, la cobertura sanitaria universal basada en una APS fuerte, y la atención centrada en la persona. Pero ni destaca el papel nuclear de la medicina de familia ni define los roles de los diferentes perfiles profesionales en los equipos de atención primaria.
Las evidencias que demuestran los beneficios de la longitudinalidad en APS proceden de estudios que han analizado la atención integral prestada por médicos de familia, debido en parte a que, en algunos países y regiones, enfermería no tiene asignado un cupo de pacientes. Similares beneficios son esperables para las enfermeras y las administrativas que mantengan una relación duradera con los pacientes de su cupo, aunque todavía no existen datos sobre el impacto diferenciado del desempeño de cada uno de los perfiles profesionales.
El concepto de APS supera la provisión de servicios e intervenciones sanitarias. A las actividades de salud pública, promoción de la salud y prevención de la enfermedad (para las que es más necesario un enfoque intersectorial), se añaden las acciones dirigidas a evitar el sobrediagnóstico y sobretratamiento, al control y seguimiento de las personas con enfermedades crónicas, y a adecuar las intervenciones a las necesidades reales, cambiantes a lo largo de la vida, de los pacientes, las familias y la comunidad (actividades más dependientes del médico de familia y del equipo de atención primaria).
Actualmente la APS con cobertura universal no es una realidad en todo el mundo, y en algunos países no consta que la atención en el primer nivel asistencial se preste por médicos de familia.
La medicina de familia garantiza una atención integral, de calidad y segura. Es necesario hacerlo saber: dar a conocer el valor de la APS en general y de la medicina de familia en particular.
Debemos reivindicar también la adecuada formación de los médicos de familia en todos los países, con los conocimientos, habilidades y competencias propias de la medicina generalista. Los médicos de familia conocemos y tenemos en cuenta los factores socioeconómicos de los pacientes, así como los condicionantes medioambientales de la comunidad donde trabajamos.
Garantizar el derecho a la asistencia sanitaria para todas las personas, en todos los lugares del mundo, requiere una apuesta firme por la APS, dotándola de los recursos necesarios y reconociendo el papel nuclear de la medicina de familia.
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