En el ámbito sanitario, ninguna intervención está libre de riesgos. Cualquier decisión clínica, cualquier intervención, ya sea en el sentido de "hacer" como en el de "no hacer", conlleva beneficios y riesgos al mismo tiempo. A pesar de todas las iniciativas desarrolladas en los últimos años para dejar de utilizar las intervenciones que se han demostrado innecesarias o contraproducentes, revertir las prácticas de bajo valor sigue siendo a día de hoy un desafío a nivel mundial. De lo poco que se sabe hasta el momento sobre las estrategias para conseguirlo, está claro que involucrar a los profesionales y a los pacientes es indispensable. En esto es en lo que se ha basado el proyecto "Si NO es necesario puede HACER daño", liderado por el Servicio de Calidad y Seguridad del Paciente de la Gerencia Regional de Salud de Castilla y León.
Entrevistamos al actual jefe del Servicio de Calidad y Seguridad del Paciente, Tomás Maté Enríquez, y agradecemos a Soledad Montero Alonso y María José Pérez Boillos, integrantes del equipo promotor del proyecto "Si NO es necesario puede HACER daño", así como a José Ángel Maderuelo Fernández, responsable de la implantación de dicho proyecto en el Área de Atención Primaria de Salamanca, su colaboración en la preparación de esta entrevista.
Sano y salvo: ¿Cómo surgió el proyecto "Si NO es necesario puede HACER daño"?
Tomás Maté: Esta iniciativa surgió a finales de 2016, con el propósito de desplegar en nuestra Comunidad Autónoma el proyecto "Compromiso por la Calidad de las Sociedades Científicas en España" liderado por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad. El objetivo del proyecto es promover las "recomendaciones no hacer" dirigidas a disminuir la utilización de intervenciones sanitarias innecesarias o contraproducentes, entendiendo como tales aquellas que no han demostrado eficacia, tienen una efectividad escasa o dudosa, no son coste-efectivas o su perfil beneficios/riesgos es desfavorable.
S. y s.: ¿Qué aspectos destacarías como puntos clave para el éxito del proyecto?
T. M. : Para la puesta en marcha del proyecto identificamos cuatro principios rectores:
- Crear una cultura de no hacer que facilitase el cambio en la práctica clínica, por lo que no se planteaba como un proyecto a corto plazo.
- Llegar a un número importante de profesionales sanitarios para crear esa cultura; por tanto, ellos debían ser los protagonistas.
- Tener en cuenta que "dejar de hacer" no siempre es fácil, que existen importantes barreras que lo dificultan, por lo que íbamos a necesitar incorporar herramientas que lo facilitasen.
- Llegar a los pacientes, promover el cambio de cultura también entre la población general; por consiguiente, era necesario realizar campañas de sensibilización ciudadana.
S. y s.: ¿Cómo priorizasteis las recomendaciones no hacer a implantar en atención primaria?
T. M. : Cada una de las 27 sociedades científicas que participaban en el proyecto nacional había seleccionado 5 recomendaciones no hacer basadas en la evidencia científica, por lo que al inicio del proyecto disponíamos de un catálogo de 135 recomendaciones. Necesitábamos seleccionar cuáles implantar. Para facilitar el proceso de priorización, las clasificamos previamente en función de su ámbito de aplicación, obteniendo 62 recomendaciones aplicables en atención primaria.
A partir de ahí se decidió utilizar una estrategia bottom-up, de modo que los profesionales asistenciales fuesen los protagonistas, priorizando en cada Equipo de Atención Primaria (EAP) sus recomendaciones no hacer. Para ello, se propuso a los profesionales realizar primero una selección individual, con ayuda de una matriz de priorización, seguida de una puesta en común de los resultados agregados y, finalmente, una fase de consenso para obtener las dos recomendaciones no hacer a trabajar en cada EAP.
Para facilitar el desarrollo posterior del proyecto, se recomendó a los EAP:
- Identificar las posibles barreras que podrían dificultar la implantación de cada una de sus dos recomendaciones no hacer priorizadas.
- Elaborar un plan de acción que contemplase las actuaciones a realizar para facilitar la implantación, teniendo en cuenta las barreras detectadas, designando responsables para cada tarea y estableciendo un cronograma de trabajo.
- Incluir reuniones periódicas del EAP para el seguimiento y la retroalimentación del proyecto.
- No prescribir IBP en pacientes sin factores de riesgo de complicaciones gastrointestinales (57%).
- No usar tiras reactivas y glucómetros en pacientes diabéticos tipo 2 en tratamiento con fármacos orales no hipoglucemiantes, salvo situaciones de control glucémico inestable (31%).
- No realizar HbA1c más de dos veces al año en pacientes diabéticos con buen control clínico y metabólico. Si es preciso realizar la determinación con mayor frecuencia, no hacerlo con periodicidad inferior a tres meses (31%).
- No realizar pruebas de imagen (radiografía, RNM, TAC) en pacientes con dolor lumbar agudo sin signos de alarma (20%).
- No usar dos o más AINE de manera simultánea ya que no incrementa la eficacia y sí la toxicidad (19%).
- No usar medidas terapéuticas intensivas para conseguir una reducción de HbA1c <7,5% en ancianos con multimorbilidad, frágiles, dependientes y con una expectativa de vida <10 años (12%).
- No realizar de forma sistemática la determinación de PSA a individuos asintomáticos sin antecedentes familiares de primer grado de cáncer de próstata (10%).
- No iniciar tratamiento antihipertensivo de manera inmediata tras detectar una cifra alta de presión arterial (7%).
- Tiras de glucemia no indicadas en diabéticos tipo 2 (23%).
- Uso aislado de agonistas beta2 adrenérgicos de acción larga (LABA) en asma bronquial (21%).
- Duplicidad de tratamiento AINE (16%).
- HbA1c solicitada con mayor frecuencia de lo recomendado (14%).
- Instauración de tratamiento antihipertensivo inmediato al detectar cifras de presión arterial elevadas (8%).
- Determinación no indicada del PSA (7%).
- Pruebas de imagen no necesarias en lumbalgia (5%).
- La aplicación de medidas terapéuticas intensivas en pacientes diabéticos ancianos frágiles sólo descendió el 1%
- Se mantuvo sin variación el uso inadecuado de IBP.
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