Estimados pacientes:
Este año solo estoy yo para repartir los regalos entre los pacientes del servicio nacional de salud. Melchor se ha jubilado y no han cubierto su plaza. Gaspar, agobiado al tener que hacer su trabajo y parte del de Melchor, tiene un lumbago tremendo, ha tenido que coger la baja y no le han puesto sustituto.
Yo voy a procurar que no me pase lo mismo que a Gaspar, porque si no no sé quién va a hacer el trabajo; y no es cosa de que los pacientes se queden sin la debida atención en estas fechas.
Así que iré haciendo las visitas para entregar los regalos de una en una y procurando no estresarme mucho que es peor, tanto para mí como para los pacientes. Si vas aprisa y corriendo cometes más errores y el regalo de uno acaba en casa del otro, lo que nos bueno y puede ser peligroso si le das a un niño lo que es para un mayor, por ejemplo.
Pero, haga lo que haga, es inevitable que al final yo acabe hecho polvo y haya retrasos, confusiones y problemas. Uno solo no puede hacer lo mismo que tres: o tarda más o lo hace peor o ambas cosas.
El trabajo además de menos repartido, se ha hecho más penoso. Al recortar el personal, andamos sobrecargados, la gente se queja por los retrasos y, si las quejas salen en los medios de comunicación, los jefes toman medidas que empeoran la situación. Porque las medidas que toman no son solucionar la causa y poner más personal, sino aumentar aún más carga burocrática al que trabaja. Así, si antes para entregar un regalo bastaba con leer las cartas con las solicitudes, cribarlas a nuestro buen criterio, solicitarlo al almacén y hacerlo llegar al paciente, ahora hay que hacer un sin fin de papeles para todo. Y lo peor es que las medidas para mejorar el reparto que se les ocurren a los jefes acaban siempre siendo, en la práctica, que el que curra tenga que rellenar un papel más.
Eso hace que el poco tiempo que tengo lo haya de dedicar cada vez más a la burocracia, en vez de a recibir las cartas, dar una atención empática a los que vienen a entregarlas, hacer una selección racional de las solicitudes para entregar lo mejor para los pacientes y hacer el reparto en un tiempo razonable y sin equivocarme en lo posible.
Luego si pasa algo, retrasos, errores o cualquier otro problema, la culpa es del que ha hecho el reparto. Los que han puesto en riesgo el sistema al recortarlo se lavan las manos, como si las consecuencias de los recortes no fueran con ellos, y empapelan al pobre currante sobrecargado que mantiene la atención como puede.
En fin, queridos pacientes, que mi trabajo es el mejor del mundo y me alegro muchísimo de estar a vuestro lado cuando me necesitáis; pero preferiría que las condiciones en las que lo desempeño me permitieran hacerlo de una manera mejor y más segura para todos. A ver si hay suerte y no acabo haciendo las últimas visitas para entregar los regalos de reyes en semana santa.
¡Felices fiestas y mejor año!
El rey Baltasar
1 comentario:
Y lo publicas el 28 de diciembre... me pregunto quien es el inocente. Los médicos, los pacientes o los jefes... Felicidades por la carta.
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