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10 mayo, 2016

"El error diagnóstico es la próxima frontera en seguridad del paciente". Entrevista a Sergio Minué, ponente en la IX Jornada de seguridad del paciente en atención primaria

Entrevistamos a Sergio Minué, médico de familia y profesor del área de sistemas y servicios sanitarios de la Escuela Andaluza de Salud Pública. El Dr. Minué es además un bien conocido divulgador y analista en la blogosfera sanitaria y  redes sociales. Hablará en la IX Jornada de Seguridad del Paciente en Atención Primaria sobre uno de los temas en los que centra actualmente su atención como investigador, docente y divulgador: nuevas estrategias en la reducción del error diagnóstico.

Sano y salvo: ¿Cuál es la situación respecto a la reducción del error diagnóstico en España y a nivel internacional?

Sergio Minué: En primer lugar, quiero señalar que el error diagnóstico es la próxima frontera en seguridad del paciente,  aún muy lejana en España.

En el manido informe "Equivocarse es humano" ("To err is human") aparecen 70 referencias a errores por medicación, pero sólo 2 al error diagnóstico. Sin embargo, el problema dista de ser raro.

Ya Lucian Leape en el Harvard  Medical Practice Study de 1991 publicaba que los errores diagnósticos que generaban eventos adversos duplicaban la cifra de los causados por fármacos, causando incapacidad en el 47% de las ocasiones (frente al 14% de los producidos por medicamentos). Sólo en Estados Unidos se calcula que afectan a 1 de cada 20 pacientes atendidos en medio ambulatorio (unos 12 millones de adultos al año). Durante años, el error diagnóstico ha estado fuera de la agenda en materia de seguridad de paciente, tanto a nivel internacional como específicamente en España. Es difícil encontrar una razón: quizá sea debido a la dificultad de investigar una actividad que afecta al núcleo duro de la actividad médica, a aquello que se produce en el interior del cerebro humano del que seguimos ignorando tanto. O tal vez sea una cuestión de comodidad.

Hay un viejo chiste americano en el que se ve a un borracho buscando las llaves de su coche debajo de una farola.
- Un policía le pregunta: ¿qué está buscando?
- Mis llaves, responde el borracho.
- Pero ¿se le han caído aquí?
- No; se me cayeron en el callejón, pero aquí hay mejor luz”

En muchas ocasiones la evaluación en los sistemas sanitarios, siguiendo aquella vieja máxima de Deming de “lo que no se mide no existe”, prefiere medir aquello sobre lo que existe información antes que medir lo importante y difícil.

La situación empezó a cambiar a finales de la década pasada cuando Peter Pronovost, de lejos el referente mediático en materia de seguridad del paciente en Estados Unidos, identificó al error diagnóstico como la próxima frontera en materia de seguridad. En ese país se conformó la Society for Improving in Medicine que celebrará este año su 9ª Conferencia Internacional en Los Ángeles y la 1ª europea en Rotterdam. A finales del año pasado, aquel Institute of Medicine que apenas mencionaba el error diagnóstico en su seminal documento, publicó su informe "Mejorando el diagnóstico en la atención sanitaria" (“Improving Diagnosis in Health Care “)  reconociendo “la necesidad de convertir al error diagnóstico en un imperativo moral, profesional y de salud pública”, al ser el problema en materia de seguridad más frecuente y con mayor probabilidad de producir daño. Aquí seguimos sin prestarle atención, ni en las estrategias institucionales ni en los procesos de evaluación ni en las ayudas a la investigación.

S y s: ¿Qué retos se plantean en los próximos años en el ámbito de la reducción del error diagnóstico, particularmente en atención primaria?

S. M.: Si complejo es estudiar y actuar ante el error diagnóstico en líneas generales aún más difícil es hacerlo en atención primaria.

En este ámbito seguimos creyendo y aceptando que los paradigmas e instrumentos diseñados para el ámbito hospitalario son de inmediata aplicación en el terreno de la atención primaria.

Sin embargo, las diferencias son enormes. Baste citar tres aspectos:

- Los pacientes atendidos en AP suelen presentarse con problemas a menudo muy poco definidos (a diferencia de los ingresados en un hospital), generalmente en fases muy iniciales del proceso clínico.

- Además de ello, si se desempeña adecuadamente la longitudinalidad de la atención (característica esencial de la AP) dichos pacientes son conocidos desde hace tiempo por sus médicos, que además tienen la oportunidad de modular su atención mediante el empleo juicioso del “esperar y ver” ante condiciones de alta incertidumbre. Dicha capacidad no existe, sin embargo en el medio hospitalario “donde las enfermedades permanecen y los pacientes vienen y van”, a diferencia de AP “donde los pacientes permanecen y las enfermedades vienen y van”.

- Por último, empleando el símil industrial tan del gusto de los gestores modernos, “el producto final” hospitalario es un pacientes que sale de la cadena de producción asistencial con una etiqueta llamada código diagnóstico CIE. A diferencia de ello en AP no siempre es posible etiquetar el problema  de un paciente, en buena medida porque en muchas ocasiones los síntomas no se relacionan con una enfermedad determinada.

Entre las prioridades existentes a la hora de enfrentarse al reto del error diagnóstico, McGlynn y McDonald señalan las siguientes:

- Definir adecuadamente lo que es un error diagnóstico

- Medir los errores durante el proceso diagnóstico (magnitud, naturaleza, causas, riesgos)

- Medir la efectividad de las intervenciones destinadas a mitigarlo

- Incluirlo como prioridad en los programas formativos

- Dedicar recursos a su investigación

No hay duda que el error diagnóstico debe ser ya una prioridad en materia de seguridad de los pacientes. Y en el ámbito de atención primaria debe promoverse su estudio, evaluación y prevención con un abordaje específico, completamente diferenciado al que se realiza en hospitales.

+ info:

Sergio Minué en redes sociales:

El Gerente De Mediado

Twitter: @sminue


Publicado por Sano y salvo

2 comentarios:

Alberto de Dios dijo...

Una de las causas más importantes de la ausencia de evaluación del error diagnóstico es el miedo a la denuncia en una medicina cada vez más judicializada. Por otro lado juega un papel importante también el desprestigio del profesional ante los pacientes y otros colegas. Por ello muchos médicos no diagnostican. Emiten conclusiones en sus informes basadas sólo en síntomas o en resultados de pruebas: "disnea" (frecuencia respiratoria elevada) o "insuficiencia respiratoria" (saturación de oxígeno disminuida) o "dolor abdominal a estudio", etc... El que no se moja no se equivoca. Y uno se pregunta si esos médicos no saben nada de medicina o sufren de miedo a equivocarse y, finalmente, acaban derivándolo todo a Urgencias o al especialista.

Unknown dijo...

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Totalmente de acuerdo con investigar. Es la única forma de saber la magnitud del problema y los riesgos que genera
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Sobre la definición del error entrarían conceptos como el usar procedimientos que sabemos inútiles e innecesarios o como el usar pruebas sin objetivos diagnósticos claros y concretos.
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