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06 noviembre, 2013

Medicalización de la vida: todo un negocio

La revista Atención Primaria ha publicado un artículo titulado Medicalización de la vida. «Etiquetas de enfermedad: todo un negocio», un asunto que hemos tratado anteriormente en este blog pero sobre el que conviene volver por sus implicaciones de todo tipo, incluida la seguridad de los pacientes.

A pesar de que tenemos uno de los precios por fármaco más bajos de Europa, España es uno de los países con mayor factura farmacéutica debido a su gran consumo de medicamentos. Este exceso se ha convertido en la verdadera epidemia del siglo XXI, una pandemia difícil de erradicar al llevar implícitos múltiples factores etiológicos.

Una de las principales razones de este gran consumo de medicamentos  es lo que llamamos medicalización, un proceso mediante el cual  eventos de la vida cotidiana se convierten en problemas médicos susceptibles de ser estudiados y tratados. Algunos ejemplos de esta medicalización son la astenia primaveral, el duelo, la timidez o cambios fisiológicos como la adolescencia o la menopausia.

La percepción de salud y bienestar de la comunidad ha ido cambiando a lo largo de los años. La sociedad actual percibe peor su propia salud, tiene una nula  tolerancia al sufrimiento y unas expectativas irreales sobre  la tecnificación o los avances de la medicina, hechos ambos que contribuyen a generar una demanda excesiva de los servicios de salud.  Los profesionales sanitarios tienden a asignar una etiqueta de enfermedad a estos eventos vitales, y a indicar pruebas diagnósticas y tratamientos médicos. Si a todo ello se suma la falta de tiempo en consulta para abordar estas demandas o la falta de formación en determinadas áreas, la medicalización acaba por formar parte de la práctica médica diaria. Discernir entre personas sanas y enfermas, hoy en día, es todo un reto.

Los medios de comunicación suelen reafirmar  con su información -o seudoinformación- esas  creencias y expectativas de la sociedad, fomentando la idea errónea de que  la medicina es una ciencia exacta y cualquier proceso médico es susceptible de ser tratado y resuelto. Las instituciones político-sanitarias no contribuyen a erradicar  estas creencias sino que  incluso las fomentan en aras de su mejor valoración social, ofreciendo  a la población servicios para abordar no-enfermedades como la adolescencia o la menopausia.

La industria farmacéutica tiene como lógico objetivo obtener los mayores beneficios de la venta de sus medicamentos. Una de sus  estrategias es la llamada  “Disease Mongering”, consistente en la promoción y difusión de enfermedades ficticias o inventadas, definiendo incluso  sus límites y criterios diagnósticos. Una vez creada se establecen, claro, unos criterios de tratamiento. Algunos ejemplos de este tipo de estrategia la  tenemos en nuevos males como la calvicie (un proceso normal convertido en enfermedad), la fobia social (un problema médico subdiagnosticado), la osteoporosis o el colesterol (un factor de riesgo convertido en enfermedad) o la disfunción eréctil (rangos de prevalencia amplificados para maximizar un problema médico). Una vez el nuevo fármaco es lanzado al mercado se pone en marcha una campaña de marketing que suele involucrar a revistas médicas, investigadores, líderes de opinión, médicos, periodistas, sociedades científicas  y asociaciones de pacientes para crear conciencia sobre la importancia de esta enfermedad y por tanto de la necesidad de ser tratada con ese medicamento.


Cerecedo Pérez MJ, Tovar Bobo M, Rozadilla Arias A. Medicalización de la vida. Etiquetas de enfermedad: todo un negocio. Aten Primaria 2013; 45(8): 434-8.


Publicado por Txema Coll Benejam

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