Este último punto se destaca como una oportunidad para la investigación: sólo siete estudios examinan el impacto de estas interrupciones; de ellos, tres son de primaria. Éstos últimos concluyen que son pocos los pacientes que presentan sentimientos negativos por las interrupciones, y que más de la mitad de los pacientes quedan satisfechos a pesar de las interrupciones sufridas en la entrevista con su médico.
La discusión se centra en las implicaciones cognoscitivas que tienen estas interrupciones, así como en una aproximación desde el punto de vista de los sistemas sociotécnicos complejos para poder comprenderlas.
Se realiza una revaluación planteando que la alta frecuencia de las interrupciones, junto con el contenido de su información, puede ser simplemente un indicativo de la elevada necesidad de comunicación y coordinación constante en la atención sanitaria.
Las interrupciones pueden ser beneficiosas tanto para el que interrumpe como para el interrumpido, pudiendo ser necesarias para un cuidado seguro y de calidad. No está tan claro que las intervenciones para reducirlas sean una buena idea. De hecho, intentar eliminar todas las interrupciones es poco prudente, ya que puede ser tanto inviable como inseguro. Sin embargo, también hay que tener en cuenta que hay situaciones, como aquellas en las que se produce un procedimiento de alto riesgo, en que la limitación de interrupciones debiera estar garantizada.
Se concluye que esta aproximación dará a los investigadores una visión más global de las interrupciones, y traerá como consecuencia la realización de estudios más exhaustivos que tengan en cuenta la complejidad de las mismas y las múltiples variables de los distintos ámbitos de atención. Esto conduciría a un entendimiento más profundo de las interrupciones y a una mejora en el diseño de los sistemas para apoyar a los profesionales sanitarios mientras tratan con ellas en el curso de su trabajo diario.
Publicado por Marisa Torijano
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