S. y S.: ¿Por qué os planteasteis realizar un estudio de efectos adversos en pediatría empleando la metodología del APEAS?
C.G.F.: En el año 2007, Ana Clavería, como Jefa de Servicio de Calidad y Programas Asistenciales del Servicio Galego de Saúde, coordinó la participación de los centros de salud de Galicia en el registro de efectos adversos (EA) del “Estudio APEAS: estudio sobre la seguridad de los pacientes en Atención Primaria de Salud”. El centro de salud de Tomiño (Pontevedra) aceptó involucrarse en el proyecto. Esta colaboración nos permitió acercarnos al mundo de la seguridad del paciente y conocer la metodología empleada, bajo la dirección de Jesús Aranaz.
¿Cómo llevasteis a cabo el estudio?
Gracias a la financiación del Ministerio de Sanidad y Consumo, a través de la División de Asistencia Sanitaria de la Consellería de Sanidade, en su convocatoria de ayudas del 2007, llevamos a cabo el estudio de eventos adversos en Atención Primaria del Área de Vigo.
Para realizar el estudio seguimos la metodología del APEAS; la única modificación de interés fue la adaptación de los factores de riesgo, tanto intrínsecos como extrínsecos, a la población pediátrica. Para ello se realizó un proceso de consulta a un panel de informadores relevantes, utilizando la técnica Delphi.
Se invitó formalmente a todos los profesionales de Pediatría del Área (N = 128) a participar en el proyecto. A los que finalmente aceptaron [86 profesionales, 43 pediatras (60%) y 43 enfermeras de Pediatría (79%), de 33 centros de salud (89%)] se les impartió un taller formativo con el siguiente contenido:
• Introducción a la Seguridad de pacientes
• Conceptos de efecto adverso, incidente, suceso adverso, complicación, efecto secundario, RAM (reacción adversa medicamentosa)
• Tipos de errores y su análisis
• Errores relacionados con el uso de medicamentos
• Casos prácticos
• Registro manual de EA en el cuestionario de notificación
El periodo de registro de los eventos adversos fue de 2 semanas.
¿Cuáles fueron los resultados?
En el periodo de registro, 13.021 pacientes en edad pediátrica (0-15 años) asistieron a una de las consultas de AP incluidas en el estudio, y se efectuaron 128 notificaciones de EA. La prevalencia de EA fue de 8,06 ‰. El 60% de los EA fueron leves y el 40% moderados; no se notificaron EA graves.
Con respecto al origen del EA, el 82,9% se produjo en AP, el 14,3% en el hospital y el 2,8% restante en los Puntos de Atención Continuada.
El 27% de los pacientes con EA presentaba algún factor de riesgo (FR), siendo el asma el FR intrínseco más prevalente y la distocia social el único FR extrínseco; el 64% de los pacientes con algún FR presentaron efectos adversos moderados.
Hubo diferencias estadísticamente significativas (p < 0,001) en la gravedad de los EA notificados según la categoría profesional: los pediatras notificaron un mayor número de efectos adversos moderados que las enfermeras.
El 74,3% de los EA se consideraron evitables (82% de los leves y 62% de los moderados).
Agrupando los factores causales que generaron los EA, en el 38,1% de los pacientes su EA estuvo relacionado con la gestión; le siguen los relacionados con la comunicación (24,8%), medicación (17,1%), diagnóstico (15,2%), cuidados (10,5%) y en el 9,5% existían otras causas. Entre los factores relacionados con la gestión destaca la citación errónea; en los relacionados con la comunicación, la relación médico-paciente; con la medicación, la dosis incorrecta; con el diagnóstico, el error diagnóstico y, por último, con los cuidados, los manejos inadecuados del paciente y de la técnica. La multicausalidad está presente en el 18% de los EA notificados.
Con respecto a la atención que recibió el paciente a consecuencia del efecto adverso, en el 47,6% la atención sanitaria no se vio afectada, en el 48,6% se resolvió en AP y en el 3,8% se derivó a Atención Especializada.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de estos resultados?
Aunque hemos de tener en cuenta las limitaciones del estudio, como el corto periodo de recogida de datos y la no exhaustividad de la muestra de profesionales participantes, los resultados obtenidos nos hacen pensar que la práctica clínica en Pediatría de AP del Área de Vigo parece razonablemente segura, con una frecuencia de EA baja y un predominio de los de carácter leve. Pero hemos de tener presente que el 74% de los EA son evitables, por lo que debemos dedicar esfuerzos a su prevención.
Por otra parte, nuestra experiencia puede servir de base para otros estudios similares, lo que permitiría la obtención de más resultados y la comparación entre ellos.
Muchas gracias por tu atención.
Entrevista realizada por Jesús Palacio
¿Cuáles fueron los resultados?
En el periodo de registro, 13.021 pacientes en edad pediátrica (0-15 años) asistieron a una de las consultas de AP incluidas en el estudio, y se efectuaron 128 notificaciones de EA. La prevalencia de EA fue de 8,06 ‰. El 60% de los EA fueron leves y el 40% moderados; no se notificaron EA graves.
Con respecto al origen del EA, el 82,9% se produjo en AP, el 14,3% en el hospital y el 2,8% restante en los Puntos de Atención Continuada.
El 27% de los pacientes con EA presentaba algún factor de riesgo (FR), siendo el asma el FR intrínseco más prevalente y la distocia social el único FR extrínseco; el 64% de los pacientes con algún FR presentaron efectos adversos moderados.
Hubo diferencias estadísticamente significativas (p < 0,001) en la gravedad de los EA notificados según la categoría profesional: los pediatras notificaron un mayor número de efectos adversos moderados que las enfermeras.
El 74,3% de los EA se consideraron evitables (82% de los leves y 62% de los moderados).
Agrupando los factores causales que generaron los EA, en el 38,1% de los pacientes su EA estuvo relacionado con la gestión; le siguen los relacionados con la comunicación (24,8%), medicación (17,1%), diagnóstico (15,2%), cuidados (10,5%) y en el 9,5% existían otras causas. Entre los factores relacionados con la gestión destaca la citación errónea; en los relacionados con la comunicación, la relación médico-paciente; con la medicación, la dosis incorrecta; con el diagnóstico, el error diagnóstico y, por último, con los cuidados, los manejos inadecuados del paciente y de la técnica. La multicausalidad está presente en el 18% de los EA notificados.
Con respecto a la atención que recibió el paciente a consecuencia del efecto adverso, en el 47,6% la atención sanitaria no se vio afectada, en el 48,6% se resolvió en AP y en el 3,8% se derivó a Atención Especializada.
¿Qué conclusiones se pueden sacar de estos resultados?
Aunque hemos de tener en cuenta las limitaciones del estudio, como el corto periodo de recogida de datos y la no exhaustividad de la muestra de profesionales participantes, los resultados obtenidos nos hacen pensar que la práctica clínica en Pediatría de AP del Área de Vigo parece razonablemente segura, con una frecuencia de EA baja y un predominio de los de carácter leve. Pero hemos de tener presente que el 74% de los EA son evitables, por lo que debemos dedicar esfuerzos a su prevención.
Por otra parte, nuestra experiencia puede servir de base para otros estudios similares, lo que permitiría la obtención de más resultados y la comparación entre ellos.
Muchas gracias por tu atención.
Entrevista realizada por Jesús Palacio
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