Crónica de una muerte no anunciada. En memoria de la Dra. Barbara Starfield


“Desde el dolor y la ira, deseo expresar de entrada mi potencial conflicto de intereses en la interpretación de los hechos que rodearon la muerte de mi esposa, la doctora Barbara Starfield”

Así comienza el Dr. Neil A. Holtzman, esposo de Barbara Starfield y profesor de la Facultad de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, un artículo en la revista Archives of Internal Medicine a propósito de los posibles errores que se encadenaron para provocar o contribuir a la muerte de una mujer, la Dra. Starfield, que ha sido para muchos de nosotros una lúcida guía para entender algo de esta profesión.

La Dra Starfield, que nos honró con su presencia y su sabiduría en repetidas ocasiones (siempre estaba dispuesta a hablar y a escuchar con quienes quisieran mejorar la Atención Primaria) fue quien nos enseñó, por ejemplo, que si no seguimos las guías no es porque seamos malos profesionales, sino porque las guías se refieren a unos extraños pacientes que solo se ven en los ensayos clínicos, mucho más simples que los pacientes reales que vemos cada día en nuestras consultas.

La autopsia (falleció mientras nadaba sola en su piscina) reveló que la causa había sido una hemorragia cerebral, que el patólogo atribuyó a una angiopatía cerebral amiloide. El hecho de que estuviera tomando terapia anticoagulante se incluyó en “otras condiciones significativas”. Estaba tomando aspirina desde hacía 3 años y clopidogrel desde 6 meses después, tras colocarle un stent.

Los resultados de la autopsia, y la falta de información oficial, es lo que ha llevado al Dr. Holtzman a revisar el caso, denunciando los fallos asistenciales y en la investigación clínica en Estados Unidos. Precisamente, e irónicamente, fallaron aquellos aspectos en los que la Dra. Starfield había trabajado toda su vida, denunciando sus deficiencias:
- Falta de coordinación entre proveedores, que dificulta el aprendizaje de los errores.
- Infranotificación de posibles efectos adversos a los medicamentos.
- Atención a la polipatología, que solo puede ser controlada por el médico de atención primaria.
- Falta de adecuación de los ensayos clínicos controlados, que se refieren a pacientes poco habituales en las consultas.
- Conflicto de intereses potencial en los ensayos patrocinados por la industria.

Todos nuestros lectores conocen sobradamente estos temas, pero queremos señalar solamente los datos que da a propósito del último punto, con relación a los estudios relacionados con el clopidogrel. Solo ha mostrado una cierta ventaja tras la colocación de un stent en dos estudios esponsorizados por la industria, mientras que no ha mostrado beneficios significativos, aunque sí daño en algunos casos, en tres estudios independientes. La pena es que los autores de estos tres estudios independientes no tienen delegados en todos los hospitales y centros de salud para bombardear a los prescriptores con sus hallazgos y la Administración ve más fácil prohibir que formar

Desde aquí damos las gracias por su artículo al Dr Holtzman, por el valor que tiene su informe para la Seguridad del Paciente, y mostrarle nuestro más sincero apoyo. A quienes apreciamos el trabajo y la forma de ser de su esposa nos quedan sensaciones contradictorias al leerlo. Recordamos su persona con afecto y su trabajo con respeto.

Publicado por Fernando Palacio


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